Las hojas chocaban entre si creando un susurro que entraba
por la ventana de mi nuevo apartamento. No era nada del otro mundo, de hecho,
el tamaño de toda mi casa era similar al del salón de mis padres.
Me enamore de ese lugar desde el primer segundo que lo vi,
el enorme ventanal con vistas al parque, por el que hasta entonces había pasado
cada día para ir al trabajo, la luz que envolvía el salón que se separaba del
dormitorio por una cristalera opaca que permitía que no tuviera que encender
ninguna lampara hasta que caía el sol, as paredes rojas del baño con piedra
negra...cada uno de los detalles lo había convertido el mi lugar.
No deja de impresionarme como encuentras un sitio en el que
parece que has estado siempre, aunque no lo hayas pisado jamás.
También me pasa con las personas, no muy a menudo, pero me
ha pasado. Una vez leí que son los diamantes de tu vida. Esa gente, no hace
falta que sean amigos de toda la vida, o familiares, ni parejas, que con solo
aparecer en tu vida han provocado un cambio lo suficientemente grande como para
marcarte para siempre. No es necesario que hayan pasado un largo periodo junto
a ti, únicamente que te hayan inspirado lo bastante para que todo sea mejor.
Obviamente no tenemos el honor de acumular muchos diamantes a lo largo de
nuestra historia, y tendemos a confundirlos con la gente que es importante para
nosotros, pero no son ellos, es más, en mi opinión todos deberíamos pararnos a
recapacitar sobre quienes lo son en realidad.
Estar allí, en mi nuevo sofá, con mi nueva tele, decidiendo
que fotos colgar en mi nueva pared; me llevaron exactamente al momento, o mejor
dicho a la persona que había logrado todo eso conmigo. Todo en mi vida había
sido una espiral de caos desde que apareció, incluso ahora que llevaba tanto tiempo
viviendo en otra ciudad y habiéndonos visto en dos ocasiones. Y por poco que me
gustase, tenia que admitir que el era uno de mis diamantes. Había conseguido
que dejase la estabilidad y el miedo a un lado y simplemente me contagiara de
su manera feliz de ver la sucesión de acontecimientos que nos abruman a lo
largo del día. Nunca me fie de su continua, y para mi ficticia, enorme sonrisa;
hasta que descubrí que a mi me pasaba exactamente lo mismo y tenía una
exactamente igual. La chica de la eterna sonrisa es como me habían llamado en
mi graduación y horrorizada me di cuenta que era verdad.
Y ahí estaba, dándome cuenta que el destino había puesto
seguramente en mi camino a uno de los diamantes importantes, en forma de
persona que jamás sería indispensable. Alguien que entraba y salía sin
inmutarse.
Con el no importaba el futuro, nunca había sido
trascendental, solo los restos que quedaban tras su instantánea presencia y lo
que estos inspiraban en mi.
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