lunes, 1 de octubre de 2012

Diamantes


Las hojas chocaban entre si creando un susurro que entraba por la ventana de mi nuevo apartamento. No era nada del otro mundo, de hecho, el tamaño de toda mi casa era similar al del salón de mis padres.
Me enamore de ese lugar desde el primer segundo que lo vi, el enorme ventanal con vistas al parque, por el que hasta entonces había pasado cada día para ir al trabajo, la luz que envolvía el salón que se separaba del dormitorio por una cristalera opaca que permitía que no tuviera que encender ninguna lampara hasta que caía el sol, as paredes rojas del baño con piedra negra...cada uno de los detalles lo había convertido el mi lugar.
No deja de impresionarme como encuentras un sitio en el que parece que has estado siempre, aunque no lo hayas pisado jamás.
También me pasa con las personas, no muy a menudo, pero me ha pasado. Una vez leí que son los diamantes de tu vida. Esa gente, no hace falta que sean amigos de toda la vida, o familiares, ni parejas, que con solo aparecer en tu vida han provocado un cambio lo suficientemente grande como para marcarte para siempre. No es necesario que hayan pasado un largo periodo junto a ti, únicamente que te hayan inspirado lo bastante para que todo sea mejor. Obviamente no tenemos el honor de acumular muchos diamantes a lo largo de nuestra historia, y tendemos a confundirlos con la gente que es importante para nosotros, pero no son ellos, es más, en mi opinión todos deberíamos pararnos a recapacitar sobre quienes lo son en realidad.
Estar allí, en mi nuevo sofá, con mi nueva tele, decidiendo que fotos colgar en mi nueva pared; me llevaron exactamente al momento, o mejor dicho a la persona que había logrado todo eso conmigo. Todo en mi vida había sido una espiral de caos desde que apareció, incluso ahora que llevaba tanto tiempo viviendo en otra ciudad y habiéndonos visto en dos ocasiones. Y por poco que me gustase, tenia que admitir que el era uno de mis diamantes. Había conseguido que dejase la estabilidad y el miedo a un lado y simplemente me contagiara de su manera feliz de ver la sucesión de acontecimientos que nos abruman a lo largo del día. Nunca me fie de su continua, y para mi ficticia, enorme sonrisa; hasta que descubrí que a mi me pasaba exactamente lo mismo y tenía una exactamente igual. La chica de la eterna sonrisa es como me habían llamado en mi graduación y horrorizada me di cuenta que era verdad.
Y ahí estaba, dándome cuenta que el destino había puesto seguramente en mi camino a uno de los diamantes importantes, en forma de persona que jamás sería indispensable. Alguien que entraba y salía sin inmutarse.
Con el no importaba el futuro, nunca había sido trascendental, solo los restos que quedaban tras su instantánea presencia y lo que estos inspiraban en mi.

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