Hacía horas que había amanecido, la ciudad tenía el
movimiento propio de una mañana de domingo soleado. Yo aún no había dormido,
caminaba por un parque camino a casa, todavía vestida con la ropa de la noche
anterior.
Una vez más, había buscado sensaciones en el lugar
equivocado, o tal vez no, quien sabe. Mi experiencia vital me había llevado a
no dotar de importancia a cosas que eran transitorias y fugaces.
No puedo negar que había sido muy divertido, incluso
sorprendente y satisfactorio. Mientras caminaba, con la brisa acariciándome la
cara, rememoraba cada uno de los acontecimientos que habían surgido. En cierto
modo, se podría decir que todo había estado rodeado de un encanto especial, que
lo convertía en algo interesante, pero también que me creaba ciertas dudas.
En mi intención no estaba el reflexionar sobre ellos, pero
me resultaba imposible no extrañarme sobre alguno de los comentarios que,
sospechosamente había dejado caer y se me antojaban demasiado conocidos pero
fuera de su contexto habitual. Tenía dos opciones, creer que me había topado
con alguien compartía los mismos gustos que yo a la perfección, o bien, que
alguien le había servido, involuntaria o intencionadamente, de cicerone en lo
que se refería a mis deseos. Y a pesar de creer en el destino, se me antoja
difícil tanta casualidad.
La curiosidad es una de las características de mi
personalidad que suelo intentar frenar, pero cierto es, que despertarla es una
de las maneras de llamar mi atención. La monotonía conmigo es algo que se debe evitar,
y se me presentaba alguien delante que parecía saberlo.
De nuevo, me había dejado llevar por esa sensación semejante
a la de tumbarte en una colchoneta en el mar, cerrar los ojos y solo
preocuparte por oír lo que te rodea. Disfrutas de cada sonido, de cada olor,
incluso de la total ausencia de todo ello. Solo notas el balanceo al que te
someten las olas mientras tu mente vuela. El problema se plantea cuando algo te
saca de tu ensoñación y descubres que te has alejado mucho de la orilla, y que
te va a costar mucho esfuerzo volver. Ese es el momento en que te das cuenta de
que cuanto mas tiempo te refugies en esa libertad simulada, más complicado será
el camino de regreso a tu vida.
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