No tenia muy claro si el alivio que me había causado ese
mensaje se debía a que ya no quería verle o porque realmente estaba a gusto
justo donde estaba. Cada día tenía menos explicación porque accedía a esos
encuentros o tenia la necesidad de saber de él.
Solo una cosa era evidente, cuando le tenía cerca, le veía o
le tocaba... algo salvaje se despertaba y mi lado racional desaparecía por
completo. Esa aventurera, egoísta y narcisista entraba en acción, dejando a un
lado a la nueva chica, que se había creado con los años de una vida estable y
responsable.
En ocasiones odiaba lo explicito de sus peticiones, el poco
tacto que mostraba al expresarme sus deseos; incluso me había dado el lujo de
enfadarme en algún momento. Pero ahí estaba mi problema, mis enfados nunca han
sido muy duraderos y la velocidad de desaparición de mi mal humor era proporcional
a lo que el tardará en prestarme atención.
Aunque nunca me había resultado complicado entender a la
gente o conocerla más de lo que ellos mismos lo hacían, en esta ocasión me
resultaba difícil leer su comportamiento.
Cuando le miraba a los ojos veía algo más de lo que él le
mostraba, le demostraba o incluso decía. En nuestra relación no había falsas
promesas, ni delicadeza de ningún tipo solo sexo. Pero en las pocas ocasiones
que nos veíamos vestidos, siempre por casualidad y rodeados de gente, algo en
su expresión me hacia dudar. Aunque es posible que ese atisbo de cariño que me
parecía vislumbrar, simplemente fuera el reflejo del deseo continuo que tengo
de ser especial para la gente que pasa por mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario