martes, 19 de noviembre de 2013

Noche de caza

Todo estaba preparado. Sábado noche, la mesa puesta, el lambrusco en el congelador... Solo faltaba que yo estuviese lista. Mi pelo estaba hecho, y el maquillaje en su punto, pero había preferido no vestirme hasta después de haber cocinado, por eso del olor a fritanga, no queda luego muy sexy para salir el "eau de churro".
Por fin, después de meses, habíamos conseguido juntarnos todas en mi casa, si, las 9! Una autentica locura, cenita, copas y ya... la fiesta era optativa, para las que tenían el domingo libre, o no se habían convertido en abuelitas seteras!
Suena el timbre. Ultima ojeadita al espejo...blusa blanca transparente y vinilos negros, acompañados de taconazo rojo a juego con mis labios. Todo en orden. Empiezan a llegar las invitadas.
Me encanta cuando te reúnes con tu gente, pero tu gente de verdad, a la que por mucho tiempo que pase, siempre tienes algo que contar como si os hubieseis visto el día anterior. No parábamos de reír con las anécdotas que nos habían pasado, ponernos intensas con las cosas más serias, y envidiosas de las que seguían avanzando en sus vidas. 
Estando allí, con mis amigas, viendo como evolucionábamos, me di cuenta de lo diferentes que pueden llegar a ser los ritmos de personas que han crecido juntas y prácticamente tienen la misma edad.
La una que se acababa de independizar, la otra que se acababa de comprar una casa con el novio, luego aquella que sigue estancada en su relación "no muy sana"... todas parecíamos estar en momentos tan diferentes...pero ahí estábamos, todas juntas, llorando de la risa porque una contaba su ultima peripecia sexual! Bueno...para que negarlo, se reían de mi y mi ausencia voluntaria de sexo.
Todas estaban asombradas de lo mucho que estaba durando mi castidad auto-infligida. Y, siendo sincera, yo también. No es que no me apeteciese acostarme con alguien, pero, después un verano en el que me había dado tiempo a liarme con todo lo que se me pusiera por delante (Siempre fuera de mi ciudad, por supuesto), empezar una pseudorelación sin definir, que me engañaran en dos ocasiones, y estar a punto de tener una recaída con mi ex...mi cuerpo y mi cabeza necesitaba desintoxicarse de hombres.
Ya llevaba tres meses de vida monjil, si tres, y mi cuerpo empezaba a solicitar ciertas atenciones, que por muy diestra que soy, no podía facilitarle de manera plena, así que, una vez más mis amigas me incitaron a acabar con mi voto.
En realidad, un poco de sexo sin implicaciones es lo que necesitaba. Un revolcón satisfactorio, salvaje y sin ningún tipo de sentimiento más allá de la lujuria. Pero claro, y esto lo entenderán aquellos que me lean y vivan en una ciudad pequeña, no es tan fácil hacer estas cosas cuando conoces a casi todo el mundo con el que te cruzas de fiesta, o sabes que conoce a alguien que te conoce... 
Pero bueno, si había un día para conseguir hacerlo, sin lugar a ninguna duda, era hoy...arropada por mis chicas, con el corriente sanguíneo rebosante de alcohol y un apetito de carne voraz!
Tengo una teoría, y es que cuando estamos predispuestas a soltarnos la melena, ellos lo huelen. No se si serán las hormonas, nuestra actitud, o las dos cosas, pero si una chica quiere salir a triunfar, suele tenerlo a su disposición. Otra cosa es el grado de exigencia que cada una tenga, que en mi caso, para lo que necesitaba esa noche, con que físicamente no me disgustase y tuvieran una conversación que me mantuviese entretenida 10 minutos sería suficiente.
Tuve suerte rápido, en el primer bar al que fuimos, al cuarto chupito, ya había un chico bastante mono dándome conversación. Mis amigas tuvieron claro lo que iba a pasar, en cuanto salió a relucir mi característico movimiento de hombros, coloquialmente conocido entre nosotras como "el pavo real", se dice del movimiento que hemos detectado que hago involuntariamente cuando un chico me gusta.
Pero era un día de chicas, eso implica, que no puedes irte con nadie hasta el final de la noche. Así que, siembras la semillita de las ganas, cambias de bar dejando caer, sutilmente, donde terminaras la fiesta y esperas encontrarlo allí. Pan comido.
Al final de la noche, cuando mis amigas se recogían yo ya tenía quien me llevase a casa... Es tan liberador el sexo con desconocidos. No hay compromiso, expectativas, nervios, miedos...solo ganas de disfrutar, por eso, si tu acompañante esta en el mismo punto que tú, suele cumplir con las necesidades, si no...mala suerte. Pero eso sí, hay ciertas cosas que hay que tener claras cuando estas en ese momento:
1. No te conoce, si quieres salir satisfecha, vas a tener que ayudarle.
2. Déjate llevar, no te conoce, no te va a juzgar y si lo hace...no tienes porque volverle a ver.
3. La finalidad es disfrutar carnalmente, no esperes abracitos y mimos al terminar.
4. Solo se permanece con el, una vez terminado, si va a haber segundo asalto, más puede resultar incómodo.
Por todo esto, suelo intentar que estos encuentros no sean en mi casa, es más fácil levantarte e irte que echar a alguien que parece querer quedarse. Pero en esta ocasión, cedí a las circunstancias y a mi calentón acabando en mi cama. Una vez más, la fortuna estaba de mi lado, cuando paramos de saciarnos el sol estaba mas que centradito en el cielo y, sin que yo dijese nada, el se levantó y se vistió. Un ultimo beso para celebrar la victoria, un vistacillo rápido a la conquista, para aplaudirte por la elección, y una puerta que se cierra a su espalda. Nada de palabras por cumplir, ninguna promesa falsa, ni siquiera un número de teléfono... 
Media vuelta y a dormir.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Momentos de nostalgia

Suena el despertador, he pasado una noche terrible y llena de pesadillas. Me estiro desde el centro de mi cama, lugar que me costo mucho recuperar tras mi ruptura, y estoy sola. Por unos segundos me apetece llorar. No soy de las personas que se entristecen por no tener pareja, aunque supongo que dados los últimos acontecimientos, tengo derecho a un bajón de vez en cuando.
Es lunes, no tengo mucho tiempo para pesar. Doy un salto de la cama, me visto y salgo a correr. Me encanta la sensación de poner mi cuerpo al limite, sobre todo cuando estoy baja de animo porque consigo desalojar mi cabeza. Aunque en realidad pienso, mientras corro, siempre consigo una claridad que no alcanzo en otro lugar. Había tenido una semana increíble, un puente en familia y mi nuevo trabajo me encantaba...pero después de todo eso, la soledad pesa un poquito más.
Y es que, normalmente, se cree que cuando echas de menos a los que no están es cuando estas triste y necesitas consuelo, es un error, la nostalgia te ataca en los momentos buenos, cuando querrías celebrar tus triunfos con esas personas pero no puedes.
La tristeza es caprichosa y aparece cuando menos te lo esperas. Aunque tengo mis truquitos para desterrarla, enumerar cada uno de los motivos que tengo para ser feliz y no convertir en necesidades aquellas cosas que solo son deseos.
Es curioso, mi teléfono está lleno de números a los que acudir en mis ataques de angustia sentimental, pero, actualmente, no hay ninguno que me apetezca usar. Mi abstinencia voluntaria empezaba a pasar factura, pero no tengo ganas de acabar con ella.
Mi cuerpo, o mejor dicho, mi corazón, todavía tenía heridas sin cicatrizar después, y era hora de admitirlo para poder sanar. 
Mi escepticismo empezaba a ganar terreno a mi creencia en el romanticismo, y eso me asusta. Porque ahora tengo la oportunidad de encerrarme en el trabajo que tanto me gusta, y dejar a un lado las relaciones, corriendo el peligro de convertirme en una solitaria crónica.
Me he dado cuenta que mi lista de "debe tener" cada día se hace más larga, y por cada punto que añado, me transformo en alguien menos accesible... ¿Me estaré volviendo demasiado exigente? 
Venga...no os hagáis los locos, que todos hacemos una lista cuando estamos solteros de que debe tener una persona para merecer la pena. Es como cuando te vas a comprar un coche, no puedes elegir el correcto sin saber que características son las que buscas en el. Yo solía no tenerla, me dejaba llevar y la persona me iba sorprendiendo. Pero cuando te vas haciendo mayor, y descubres las diferencias irreconciliables, prefieres poner unos requisitos mínimos (Aunque luego acabes pasándotelos por el forro cuando llega el momento).
La gente que me conoce siempre me habla de lo mucho que valgo, de que me merezco algo bueno... ¿Pero y si no existe esa persona tan perfecta para mi? No hablo de alguien perfecto, dios me libre, que presión sería eso. Hablo de mi complemento, de quien me rellene, de quien consiga acelerarme el pulso... 
Es cierto, sigo creyendo en el destino, e imagino que si no se ha cruzado en mi camino todavía es porque no estoy preparada para reconocerlo. Sigo teniendo demasiado miedo a sufrir otra perdida, y a pesar de que se que la superaría, no se si estoy dispuesta a asumir el riesgo.
Tengo mucha suerte, mi vida está repleta de personas que llenan ese vació que deja estar soltera. ¿Os habéis dado cuenta que cuando tu estás sin pareja, la gente que solía estarlo se echa novio/a? Es la broma del destino. Es más, todo chico que se me ha acercado en los últimos meses se ha "ennoviado", ¡Soy un imán de novias! Soy optimista, así que he decidido tomarlo como una señal, una buena señal. NO ERAN PARA MI! Y que la gente conozca a alguien especial...otra señal: No tengas prisa...llegará!
Mientras tanto...descúbrete, conócete, sigue rellenando la lista aunque luego no la hagas ni caso y sobre todo...cansate de exprimir las ventajas de estar soltera y no sola!

miércoles, 9 de octubre de 2013

Amor/Odio

La espuma tapaba todo mi cuerpo, no era capaz de recordar la última vez que había necesitado un baño tanto como en ese momento, y solo mi pie salía y entraba de agua simulando a un naufrago que necesita respirar. Así me sentía yo, ahogada entre un cumulo de sentimientos y palabras que se amontonaban en mi interior y no me dejaban pensar con claridad. ¿Por qué soy tan terriblemente orgullosa?
¿Sabéis lo que es una relación amor/odio? Es la que mantienes con una persona con la que no paras de discutir, pero las fuerzas cósmicas no te permiten alejarte mucho de ella... Normalmente, este tipo de relaciones se crean debido a algún tipo de tensión no resuelta. Entre persona que no han sido capaces de arreglar un conflicto, ya sea pasado o presente. Todos hemos podido ver a dos amigos, normalmente de sexo contrario, que nunca están de acuerdo en nada, pero en cambio si coinciden en el mismo espacio tiempo son incapaces de separarse. Y te preguntas, ¿Si tan mal se llevan, por qué siguen buscándose continuamente? Pues os lo digo yo, porque, aunque ninguno se atreva a dar el paso, existe una conversación pendiente que ambos quieren tener. El problema es que, si esta situación se prolonga demasiado en el tiempo, la tensión acaba por ser insoportable y una de las partes acaba por desistir.
Nadie que me conozca me calificaría como una persona tímida, pero lo soy. No a la hora de conocer a gente nueva o divertirme, pero si en lo que se refiere a dejar ver lo que hay más allá de mi máscara inicial.
Cuando espero algo de alguien, y eso nunca llega, me crispo y me vuelvo soberanamente insoportable, comúnmente calificado como "una tocapelotas". De repente todo lo que hace esa persona me parece mal, y cuanto más me importa, más fuerzo aparentar mi indiferencia hacía ella. Lo sé, no es lógico, así solo tengo que perder, la gente no lee mis pensamientos, soy contradictoria... Pero en el fondo, y en la superficie guiada por ese romanticismo estúpido del que estoy infectada, espero importarle a alguien lo suficiente para que escale el muro que he construido a mi alrededor y me saque de mi fortaleza de cinismo (ligeramente fingido).
Y he aquí el origen de mis relaciones amor/odio, bueno, de las mías y de las de todos. En la mayoría de las ocasiones se puede denominar como tensión sexual no resuelta, pero no todos somos lo suficientemente valientes para enfrentarnos a ella, o al menos para admitirnos a nosotros mismos que existe.
Es posible, que también hallemos la respuesta en un conflicto con nosotros mismos, es decir, sentimos algo por esa persona e intentamos negarlo, o directamente eliminarlo. Esto nos crea la terrible disyuntiva de hacer caso a nuestra cabeza que nos pide alejarnos, normalmente acompañado de una lista interminable de razones por las que no tiene ningún sentido sentir eso por esa persona, que nos repetimos cual mantra todos los días para que esa llama inexplicable desaparezca:
- No tenemos nada en común.
- Nuestros horarios son incompatibles.
- No es mi tipo.
- Ni siquiera me cae bien... bla, bla, bla....
Lo cual suele funcionar hasta que la ves, y todas esa reafirmación que has practicado se cae, porque lo único que te apetece en estar cerca, hablar y divertirte con esa persona, pero claro, no es tan fácil, porque si esa persona está en un estado parecido al tuyo pronto lo sacará a relucir, y como ambos sois incapaces de hablar claro...Bomba! Pronto llega la discusión, que parece haberse convertido en la zona de confort.
Y cualquiera me diría, si tantos problema te trae esta circunstancia y tan claro lo tienes...¿Por qué no le pones solución? Pues, porque soy así, insoportable, y al final me convenzo de que si no se ha arreglado ya es porque tiene que ser así, tal como está. Que si el destino quiere que dos personas estén juntas, manda algún tipo de señal y en mi caso...no ha llegado.
Lo terrible de todo esto llega cuando mi exasperación llega al punto en el que necesito que mi cerebro se desconecte de los sentimientos que tanto me agotan y me entrego...a los placeres más físicos y terrenales sin implicaciones más profundas...es decir, ¡el sexo sin compromiso! A ver...soy Roxanne y cuando tu madre te pone el nombre de un tango que relata las desventuras de una prostituta que utiliza su cuerpo para conseguir lo que quiere...pues oye, algo queda. Pero esto ya lo hablamos en otro post. ;)

jueves, 26 de septiembre de 2013

¿Qué es enamorarse?

No sé por qué, pero siempre había tenido en mente que enamorarse solo es posible si es reciproco. Es decir, que solo sabes si estas enamorado cuando la otra persona también lo está de ti. Cierto es, que como evidentemente, no soy una experta en el tema.
El caso es que, me he dado cuenta recientemente, el mundo está repleto de amores no correspondidos y de cobardes que no son capaces de reconocerlo. Es duro que alguien sepa que otra persona es el dueño de sentimientos tan fuertes como eso, pero mucho peor es que tu no lo seas de los suyos. Entonces...¿Como sabes cuando estas enamorado?¿Es un problema de sentirlo o de reconocerlo?¿Se puede vivir eternamente enamorado de alguien que no te corresponde?¿Cuando dejas de estar enamorado?.
He intentado buscar una definición de enamorar...y ha sido un fiasco, porque te lo califica como sentir amor, que gran descubrimiento. Supongo que es uno de esos términos que no se pueden explicar, no puedes describirlo con palabras, solo se está capacitado para sentirlo. 
Tras una ardua investigación, se me han planteado una serie de preguntas a las que, aún sin ser excesivamente necesario para continuar con normalidad mi vida, me gustaría darles respuestas, aunque sea simplemente orientadora, como un principio en el que hay que seguir indagando. 
Siendo sincera, no soy de la clase de personas que intenta encontrar un sentido a todo, se que hay cosas que suceden y punto, sin ninguna explicación o motivo, o si los tienen, no me preocupo en buscarlo, porque en la mayoría de las ocasiones solo originan una perdida de mi tiempo vital sin recompensarlo de ninguna manera.
Estoy cansada de oír eso de...estas enamorada cuando sienten mariposas en el estomago, a ver...¿mariposas?. Sin faltar a la verdad, es verdad que al ver a ciertas personas notas una especie de presión, montaña rusa, hormigueo...pero ¿Es eso un signo de estar enamorado, o de excitación? También tenemos, si es la primera persona en la que piensas cuando te levantas y la ultima cuando te acuestas es que estas enamorado... yo a eso podría llamarle obsesión, la cual, llevada a ciertos extremos puede resultar peligrosa. Otra muy buena, tu enamorado es quien consigue hacerte reír y también provoca tus lagrimas... mi jefe puede provocar eso cada vez que veo mi sueldo y os aseguro que no le amo.
Dejando los tópicos a un lado, yo siempre he creído que he estado enamorada una única vez, aquella en la que mantuve una relación honesta, de respeto, de cariño, de confianza...la otra persona era mi bastón en los momentos duros y mi ancla en los de euforia desmedida. Era quien me transmitía paz y ternura al verle dormir a mi lado, y me aportaba seguridad con un simple abrazo. Porque yo necesito todas esas cosas para estar enamorada, y solo me las da aquel que también esta enamorado de mi, por eso mi error al pensar que solo existe el amor correspondido, al menos para mi. Nunca pensé que alguien se podía enamorar de alguien que no le de todas esas cosas, hasta que, observando atentamente a mi alrededor, me saco de mi error un amigo. 
Llevaba toda la vida enamorado, en secreto, de otra amiga...ella con una relación estable desde hace siglos, nunca se había percatado de tal sentimiento, y si lo había hecho, no se lo había contado a nadie. Esta situación es una tortura. El amor es algo que existe para ser disfrutado, no sufrido. ¿De qué sirve el amor si solo te trae amargura? El amor, y me refiero al amor romántico, debe ser aquel que te impulsa a ser mejor persona, no el que te crea miedos e inseguridades.
Por lo tanto, se puede estar enamorado sin tener pareja y estar en pareja sin estar enamorado. El problema de los sentimientos es que no sabes si los has vivido hasta que no los sientes de verdad. No sabes lo que es estar triste, hasta que algo te devasta. Y creo, que no sabes lo que es estar enamorado hasta que alguien te devasta. Y es que, en muchas ocasiones tras la separación de la persona con la que creíamos estar destinado a pasar toda nuestra vida, la mente nos juega una mala pasada denominada memoria eufórica. Es aquel momento en el que solo recordamos lo bueno y lo tremendamente enamorados que estábamos. Sensación que no desaparece hasta que encontramos un nuevo origen de felicidad romántica, en resumen, otra persona.
Entre las pocas cosas que he sacado en claro de mi reflexión es que, en mi caso al menos, yo no decido enamorarme, a mi me enamoran. Y lo que me ha sorprendido es que no es para todos igual. Existe gente que se convence de enamorarse...son los adictos al amor. Aquellos que enlazan una relación con otra, aunque nunca hayan llegado a tener la importancia para calificarlas como tal, entregándose por completo sin ningún paracaídas, lo que no está mal hasta que lo conviertes en un hábito que te crea ideas auto-destructivas y surrealistas, como que sin esa persona no podrás ser feliz, o que todo lo que hace es para o por ti... 
Te provoca ver amor donde solo hay dependencia, una necesidad que te has auto-impuesto y marcado como imprescindible para sobrevivir día a día. 
La mayoría de la gente deseamos sentir el amor, pero debemos hacerlo desde una postura sana. Sabiendo que es un complemento de nuestra vida, nunca un requisito ineludible. Una persona solo está sola cuando quiere estarlo, no por el hecho de estar soltero. Así que no hay que cometer el error de forzarnos a querer a alguien por estar en pareja. 
Otro fallo que cometemos habitualmente es idealizar el amor. Creamos en nuestra cabeza una idea preconcebida de como debe ser estar enamorado, que debe hacer la otra persona si esta enamorada de nosotros o como deberíamos actuar nosotros cuando lo estamos, lo que provoca que nunca consigamos sentir eso, nos frustremos creyendo que nunca lo vamos a conseguir o que como la otra persona no cumple con lo que nosotros creemos que debería hacer no está enamorada. Y como ya ha quedado claro, no existe una definición, ni unos pasos, ni proceso científico para conseguirlo. Cada uno creamos el significado de amor para nosotros mismos, las expectativas de nuestras relaciones, los propósitos y fines de amor en nuestra vida y el valor o poder que le damos para incrementar nuestra felicidad.
Conclusiones, sigo sin tener la menor idea de como reconocer si alguien está o no enamorado, si el problema es estarlo o admitirnos que lo estamos, si se puede estar muchas veces o existe un numero limitado de enamoramientos, si debe ser correspondido o puede ser unilateral... pero lo que si tengo claro es que, como todo en mi vida, el enamorame solo tiene cabida si es para mejorarme y hacerme más feliz...debe llegar para enriquecerme y si no tiene esa finalidad...lo siento pero así estoy bien.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

La importancia de DLR

Era medio día, había llegado a casa con tiempo suficiente para comer y descansar un rato, como todos los días desde que habían terminado las adorabas vacaciones. No es que me importase, porque soy de las raras a las que la rutina de ir a trabajar no me disgusta, de hecho... HOLA SOY ROXANNE Y ME GUSTA TRABAJAR. El caso es que estaba, cual piltrafa, tirada en el sofá viendo mi último hallazgo en cuanto a series (La chica invisible) y el capitulo iba de algo que me incumbía bastante, DLR (Definir La Relación).
Esto me hizo que se hinchase de nuevo el bocadillo de mi mente y empezase a divagar, primero... ¿Por qué, a pesar de que yo cumplo años, sigo viendo series de instituto? Segundo... ¿Cómo es posible que gente de instituto tuviera los mismos problemas que yo? y la tercera, y sin duda la más importante, cuando empiezas a conocer a alguien... ¿Cuando sabes si ha llegado el momento de DLR? 
Tengo que admitir, que una vez más y para no variar, soy terrible en este paso. Aunque, es normal, como puedes esperar que a alguien se le de bien definir sus relaciones, cuando la mayor parte del tiempo rehuye de ellas. Hace no mucho, en una cafetería con mis amigas me tope con esa incomoda pregunta que la gente te hace cuando te ve en varias ocasiones con el mismo chico ¿Qué sois exactamente? Supongo que mi cara debía ser un poema, porque enseguida empezó a intentar definirla ella. Y he ahí la cuestión ¿Cuando alguien con el que te lo pasas bien, quedas y te acuestas repetidamente se convierte en tu pareja?
Tengo 25 años, una relación de 7 años a la espalda y sigo sin saberlo. 
Me figuro que la culpa de esto la tiene a que mi relación anterior fluyo. Nunca he sido de etiquetar a la gente. Por ejemplo, no tengo una "mejor amiga" tengo un grupo de increíbles amigas, las cosas cambian a diario, y en cuanto encasillas a alguien en un apartado de tu vida, la perdida se asimila mucho peor. Imagino que es una otra de mis características, no catalogar ni mis relaciones, ni a la gente. 
El caso es, no he sido de las que necesitan que la consideren una novia para respetar a quien tengo al lado, supongo que eso surge de los sentimientos propios de cada persona. Es decir, cuando te gusta alguien de verdad, no necesitas que te presente como su pareja para no acostarte con otro a la primera de cambio, porque es algo que te sale innato. El problema brota, cuando no tienes claro que a la otra parte le ocurra lo mismo respecto a ti, y por esto llega el temido momento de DLR. 
Contextualización, totalmente necesaria para comprender el momento de inflexión: 
Llevas dos meses hablando con un chico a diario, prácticamente a todas horas. Os habéis acostado, solo cuando os encontráis de fiesta. Habéis ido al cine, tomado un café o cualquier otra actividad lucida que no implica alcohol. En su trabajo, te conocen, incluso fugazmente y de casualidad alguien de su familia. ¿Puedes estar con otras personas? 
Cualquiera diría que no, pero, en los tiempos que corren, puedes encontrarte con mucha gente que te diga que solo sois unos amigos que se lo pasan bien. Y lo peor, es que tendemos a no aclararlo. Puede ser que los dos quieran tener una relación, pero, como ninguno a dado el paso de Definir La Relación, deciden jugar a un tira y afloja. Lo cual siempre acaba en tragedia.
Nueva contextualización:
Has quedado con un amigo de toda la vida, alguien a quien quieres muchísimo y por lo que tener algo físico con el rozaría el incesto. No se lo has dicho a él (la otra parte implicada), porque no es tu novio y no tienes que darle explicaciones de lo que haces. Alguien te ve, y se lo dice. Él piensa "Vaya así que ella queda con otros..." y en vez de preguntarte para salir de dudas, porque ¿Quien es el para pedirte explicaciones? Esa noche le ves que no para de tontear delante tuyo con otra, es más, hasta ves como se intercambian los teléfonos y tu piensas "Vaya, soy una más de la lista, nada importante" y como no eres nadie para enfadarte o recriminarle sales de allí y decides no volver a hablarle nunca más.
¿A qué la escena resulta muy familiar? Es terriblemente común. Ves como una posible relación exitosa se cuela por el retrete por no ser capaz de sentarte frente al otro y decir: Me gustas mucho y me importa lo que estamos haciendo juntos, no la cagues si opinas igual. Pero no. Se convierte en una competición de quien necesita menos a la otra persona.
Y es que, al final, la comunicación no es tan sencilla. Se compone en un 55% de comunicación no verbal (nuestro gestos y comportamiento), 38% paraverbal (nuestro tono) y 7% verbal (lo que decimos), y para que nos entendamos son necesarios los tres, ¿De qué vale un "te quiero" si no te lo llama entre semana? ¿Como creerte que le gustas si no para de gritarte? o ¿Cómo sabes que le ha sentado mal si no te lo dice? Pero a pesar de que cumplamos con estos, hay una cosa que es imprescindible, algo que nos resulta soberanamente complicado cuando comienzas una relación, esto es usar el mismo código. Muchos no sabreis a que me refiero, pues ahí va, es muy simple... HABLAR EL MISMO IDIOMA!!

lunes, 19 de agosto de 2013

Pasos

Verano, mi estación favorita del año...o al menos, eso es lo que he creído siempre. Es la más afín con mi personalidad. Calor, se vive más de noche, cada día estás en un lado, conoces a gente nueva... es la inestabilidad disfrazada de meses del año. Pero las cosas han cambiado, yo he cambiado, y puede que esta locura no sea que más me favorezca últimamente. Este verano me estaba dejando agotada en todos lo sentidos. 
Supongo que, aprovechando mi independencia, me he estado pasando de fiestas nocturnas que acaban de día, de conversaciones sin sentido, de relaciones sin rumbo y, demás estupideces que se suceden cuando la mayor parte del tiempo que estas despierta lo pasas entre copas. 
Dicho esto, es obvio, que no resulta el mejor escenario para comenzar una relación con nadie, o al menos no hasta que no te has centrado el tiempo suficiente para darte cuenta de que es lo que quieres.
Los comienzos casi siempre suelen ser difíciles por mucho motivos. Te vas adaptando a la persona, tienes que ir conociéndola, saber leer entre lineas y reaccionar ante diversas situaciones, y si a esto le añades la mochila que cada uno llevamos...lo complica mucho más.
Cuando hablo de mochila, me refiero a ese cúmulo de miedos, inseguridades, limites infranqueables o expectativas, que se van adquiriendo a lo largo de todas las relaciones fallidas vividas y que cada uno aporta.
Empecemos paso a paso. Conoces a alguien y hay química. La química es una reacción de tu cuerpo frente a alguien que te es agradable en múltiples sentidos, físicamente, personalmente...se crea un magnetismo que, a pesar que nosotros no lo reconozcamos en un primer momento, suele ser visible para el resto de seres humanos. Tengo que admitir, que esta parte se me da perfecta. El momento atracción lo tengo totalmente controlado, incluso la intimación física no supone ningún reto para mi, pero...el siguiente paso es en el que siempre la fastidio.
Y es que, abrirme, ser vulnerable, mostrar mi interés por alguien y que esa persona espere cosas de mi, me resulta angustiante y complicadisimo. Que no es imposible, que claro que hay gente que lo ha conseguido, y una vez que han acabado con mis resistencias se sorprenden de lo entregada que puedo llegar a ser. Pero claro, esto requiere un esfuerzo que no todo el mundo esta dispuesto a dedicarme, y por eso, acaban quedándose por el camino y subidas en mi mochila, incrementando la carga de sensaciones que no quiero volver a sentir. No puedo negar, ni lo he intentado nunca, que soy una persona compleja, independiente (lo que suelen confundir con pasotismo) pero que se resume en no querer delegar mi felicidad en otra persona, porque a la larga acaba doliendo. No estoy cerrada a encontrar a esa persona que rompa mi fortaleza, de hecho ya lo hicieron y fui muy feliz, a pesar de que no acabara siendo el hombre de mi vida, compartí y aprendí cosas de las que jamás me voy a arrepentir. Aunque si ha sumado unos cuantos defectos más a mi persona, y si ya era orgullosa, el hecho de sentirte utilizada en un momento determinado, desemboca en pensar que siempre va a ser así, y te vuelves aún más dura e intransigente ante ciertas actitudes. Por lo que, demostrarle a alguien te gusta, te importa y puede dañarte, se convierte en una misión imposible, y solo aquellos que te conocen muy bien, son capaces de reconocer el cambio.
Odio ver como me cuesta dejarme llevar en el terreno sentimental. Como prefiero quedar de despreocupada que de engañada. Esta actitud me ha hecho perderme a gente buena, eso seguro, pero solo me queda la esperanza de que no eran los adecuados. Que el adecuado para mi va a saber seguir los pasos necesarios para desarmame, y como siempre, es posible que estas reglas sean aplicables a muchas personas.
1. Llamar mi atención.
2. Mostrar interés pero sin excederse porque agobia.
3. Que me confunda, es decir, tras saber que le intereso que no se muestre totalmente disponible, porque eso te obliga a ser tu la que muevas ficha y muestres tu interés.
4. Una vez que ambos habéis enseñado que os gustáis, pero que ni mucho menos vais a estar disponibles para siempre llega el momento de saber si hay algo que construir. Y eso se consigue solo si dejas todos los juegos de conquista a un lado y te vas abriendo a la otra persona para saber si llegareis a algo. Esta fase es la que mas cuesta, porque es la de la honestidad, la de dejarte ver y ser vulnerable a gustar o no hacerlo, a ser adecuado para el otro o no serlo. Y no depende de ti, sino de que entre los dos, se alcance un equilibrio, y es indispensable para sobrevivir al fracaso de una relación emergente, saber que no todos estamos hechos para todos. Que aunque los primeros pasos hayan sido realizados con éxito, no todas las piezas del puzzle encajan entre ellas, tienes que encontrar cual es la fabricada para engarzarse contigo, y no frustrarte cuando descubres que no es la que pensabas. 
Interrelacionarse es complicado, y no solo depende de las personas, también del momento. No siempre estamos en disposición de empezar algo nuevo, y la predisposición es otro factor muy importante para conseguir congeniar y afianzar una semilla nueva. 
Asi que, con todas estas complicaciones...mochila, momento, personas...parece imposible encontrar un compañero de camino, pero una vez más sale mi vena romántica y creo firmemente que todos, si queremos, podemos hallarlo, solo tenemos que abrir nuestra mente y no tener prisa. No acelerar los ciclos por el miedo a seguir solos, porque en realidad, esos ciclos son los que nos preparan para la sorpresa que aun esta por llegar y por fin, estar en el lugar, el momento y con la persona adecuada.

lunes, 15 de julio de 2013

El bucle

El estudio estaba especialmente caldeado, el verano había llegado y sin mucha tregua para los amantes del frío, aunque yo encantada! Adoro el verano, y todo lo que el trae. Amo la playa, las terrazas, el olor de la brisa que se levanta por la noche tras un día de bochorno... 
A pesar de que era una tarde tranquila y totalmente desocupada, decidí que era mejor permanecer en el fuerte, por si acaso surgía alguna emergencia (No solía pasar, pero nunca se sabe), así que me puse el ordenador y vi una de mis series. 
El capitulo me hizo recapacitar, ya que uno de los protagonistas creía volver a estar enamorado de su exnovia-amiga... ¿Cuantas posibilidades hay de que funcione una segunda oportunidad?¿Es más fácil recaer en una relación pasada si no terminas de romperla?
Es cierto, que pasado un tiempo tras una ruptura, tendemos a olvidar cuales fueron los motivos que la provocaron. Nuestro cerebro sufre una amnesia, de lo más apropiada para recaídas, que solo nos permite pensar en lo felices que fuimos junto a esa persona. Sobre todo, si sigue estando en nuestro circulo más cercano, y si la separación fue idea tuya.
Es normal que entren dudas de si fue la decisión correcta, pero...¿Hasta que punto son dudas, o simplemente miedo a no volver a encontrar a nadie que nos aguante? 
Cuando llevas un tiempo soltera, con relaciones esporádicas que no terminan de cuajar, o simplemente han finalizado tus ganas de vida loca, te asaltan esos pensamientos, nada constructivos, de si alguien te volverá a querer así, o que pasa si todo ha sido un capricho, o el tan temido argumento que aparece guiado por la pereza de nuevos fracasos amorosos...si en el fondo siempre estuvimos bien! ERROR!!! Si decidiste separarte no todo iba bien, algo fallaba y no debes dejar que la incógnita del mañana te arrastre a algo peor.
A ver, que tampoco quiero ser una cínica que no cree en las segundas, terceras...undécimas oportunidades. De hecho, conozco parejas que han funcionado bastante bien al volverlo a intentar, es más, soy una romántica y creo que puedes reencontrarte con una persona, tras un tiempo prudencial y otras vivencias amorosas, y que todos los escollos que os separaban hayan desaparecido. Solo que, cuando una pareja lo deja y vuelve, lo deja y vuelve, lo deja y vuelve, durante periodos relativamente cortos, me hace pensar que en realidad se mantienen unidos porque no han encontrado a otra persona y son incapaces de estar solos.
También existe la clase de gente que adoran ser novio/novia, y cual Tarzán con sus lianas, no sueltan una relación del todo, hasta que no tienen otra agarrada. Oye, que no lo crítico, solo opino que estar solo durante una temporada, te abre multitud de oportunidades a nivel personal que esas personas no llegan a aprovechar nunca.
Motivos que te introducen en la espiral de la misma persona, una y otra vez:
- Que no hayas encontrado a otra y no te guste estar solo.
- Que tus encuentros sexuales post-novio, no hayan alcanzado las fantasías que tenías y, para que negarlo, las comparaciones son odiosas.
- Que esté demasiado cerca constantemente y los astros, y él/tu, se aprovechen de los momentos de debilidad.
- El miedo a ser demasiado insoportable, desequilibrado, insensible, insufrible...para que cualquier otra persona te tolere el tiempo suficiente para enamorarse.
- Que te hayas vuelto tan exigente, puntillosa y con demasiadas expectativas, como para tolerar a alguien el tiempo suficiente para enamorarte.
- Y, el peor de todos, la comodidad. El mantenerte en tu zona de confort donde, mejor o peor, sobre todo peor al final, has estado viviendo durante los últimos años.
Lo más frustrante es que, ese, sea exactamente el motivo por el que rompiste. Porque buscabas otra cosa, aventura, sensaciones...vibrar! dejando atrás la rutina que estaba acabando con tu espíritu...pero claro, soñar con ello es diferente a vivirlo, o mejor dicho a buscarlo. 
Soñar con conocer a alguien que haga tambalear todas las ideas preconcebidas del amor, las relaciones, la pasión y encontrarlo, son cosas muy diferentes. Y es que, para conseguir todas esas cosas chispeantes y que pasen de una noche de tórrida pasión de verano, llega el mundo cita; la incomodidad del primer encuentro, los nervios de la falta de conversación, las dudas por que me pongo, a donde vamos... aunque eso ya lo dejo para otro post porque da mucho para desarrollar y hay que analizarlo minuciosamente.
Consejo: Si quieres vivir cosas que aun no has vivido, es necesario que salgas de tu zona de seguridad. Que el miedo al dolor no te haga perderte la vida, porque un error solo es la oportunidad de hacerlo bien a la siguiente. ;)

viernes, 28 de junio de 2013

Tormenta

Un día te levantas y te das cuenta de que tu vida se derrumbado. Las cosas que pensabas constantes han desaparecido y ni siquiera eres capaz de echarlas de menos. Me siento rabiosa, enfadada, agobiada, pero no triste, y eso me hace sentir culpable.
Intento ser positiva y procuro no pelearme con la vida, porque suele ser una batalla perdida. Aunque, la verdad, cada vez me lo pone más difícil. Golpe tras golpe consigo levantarme, pero...
¿Cuando pasas de ser optimista a engañarte a ti misma?
En cada ocasión que algo no sale como yo esperaba salta mi click, y consigo darle la vuelta a la situación, consiguiendo que ponga el velo positivo y me convenza de que algo mejor me espera a la vuelta de la esquina. El problema es que, cada vez, quedan menos esquinas que girar y sigo sin hallar nada a lo que aferrarme para seguir manteniendo la esperanza.
Echo la mirada hacia atrás, hacía mi recorrido vital, y las cosas que me parecían admirables ya no me resultan reseñables. Sigo llena de inquietudes y con unas ganas inmensas de vivir y avanzar, pero no paro de encontrarme con muros que detienen mi camino.
Adoro vivir el día a día, pero, cuando las cosas que no te importaban, por obligación, se convierten en una prioridad, todo se ensombrece.
Me levanto cada mañana deseando que pase algo que otorgue sentido al caos que, a pesar de que siempre me haya gustado tanto, ahora ahoga los días. Y en realidad, lo consigo. Siempre encuentro un motivo para sonreír...y aquí es donde me asusto.
¿Soy una loca que se engaña? ¿Existen unos sentimientos lícitos a cada situación de nuestra vida? ¿Que clase de persona eres cuando no son los que tu tienes?
Una vez leí que entre los acontecimientos que nos suceden y los sentimientos que nos provocan, no hay un carril directo, sino que existe una parada, nuestra cabeza. La manera de afrontar las desgracias depende de el planteamiento que hagamos de ellas. Y no significa autoconvencernos de que esta bien, o pasar de todo. Supongo que se trata de supervivencia. No he visto a nadie que el estar triste, o compadeciéndose de si mismo, le haya solucionado ningún problema. Por lo que me niego a ser así.
Temo que si paro, y me pongo a pensar de verdad en lo que he perdido, levantarme puede resultar imposible.
La independencia ha sido una constante en mi vida pero ya no puede serlo. Hay gente que depende de mi fuerza y, aunque me cueste acostumbrarme, ya no camino tan sola como antes.
No puedo negar que siento impotencia. Soy una luchadora resolutiva y cuando todo parece que gira a mi alrededor sin que dependa de mi conseguirlo... me enfado. Quiero seguir, quiero que mis pasos en la arena sigan siendo infinitos, quiero creer que de todo se sale y siendo mucho más fuerte, quiero pensar que de verdad la vida me prepara algo maravilloso...Quiero, quiero, quiero... La cuestión es...¿Voy a poder?

miércoles, 22 de mayo de 2013

El interruptor

Una mañana más, la habitación estaba inundada de luz, aunque mi humor estaba de lo más nublado. Todavía seguía sin explicarme el brote que había sufrido. En un segundo me lo pasaba genial y al siguiente...devastada. 
Supongo que la mente humana es así de sensible, siempre en una cuerda floja. Solo hace falta un click para que toda la torre de creencias auto-implantadas en tu cerebro, y que te hacen seguir adelantes, se derrumben.
Estaba tan desorientada que era incapaz de saber que día de la semana era. Y no es que mi vida se hubiese parado. Yo había continuado con mi rutina durante varias jornadas, pero hoy, estaba totalmente desconcertada. De hecho, me ha costado un rato estabilizarme. 
Pocas veces me ha costado dar consejos varios respecto a sentimientos y emociones, pero he de reconocer, que también soy de las que proclaman el: "Haz lo que te digo y no lo que hago". Aunque tampoco nadie puede reprocharme, que en pleno apogeo del torbellino de vivencias intensas, me haya planteado apagar el interruptor.
Si, si, el interruptor. Este es el nombre que le he otorgado a ese momento en la vida en que te ves superado y lo único que quieres, y te ves capacitado para hacer, es desconectar tu cerebro, tu cuerpo, tu corazón...y volverlo a reiniciar cuando estás preparada. La verdad, es que el concepto lo saque de una serie de vampiros (nunca he negado ser un poco friki). El caso es que, cuando se hallaban superados por sentimientos de dolor, angustia, tristeza, remordimiento...eran capaces de apagar su humanidad, es decir, dejar de sentir. Esto me hizo recapacitar sobre el tema ¿Qué pasaría sin fuésemos capaces de hacer eso?¿De vivir la vida sin que las cosas nos afectasen?¿De decidir cuando no podemos aguantar más envestidas emocionales? 
Planteándome seriamente, no es tan descabellado pensar que hay gente que realmente vive así. Gente que llena su vida de sensaciones pero no de sentimientos. Buscan el estar bien el máximo posible, sin que implique un lazo más allá de lo efímero, de la plenitud temporal. 
Claro que, esto implica sus contras, y es que no solo apagas lo malo. También se esfumarán otros sentimientos más enriquecedores como la ilusión, la esperanza, la confianza... Y he aquí el paradigma.
¿Merece la pena desprenderse de lo uno, pasa que desaparezca lo otro? Claro, que hablamos de supervivencia. De conseguir salir de un momento realmente malo. 
Nadie dice que tenga que ser para siempre, puede ser solo durante una temporada, mientras te recompones del huracán. Pero, y siempre hay un pero, cuanto más tiempo permanezcas con el interruptor apagado, más te costará volverlo a encender. Hay que ser consciente, de que cuanto más largos es el periodo que decides mantener hibernando el corazón, más aniquilador puede resultar encenderlo. 
En definitiva, aunque durante un tiempo no hayas experimentado lo doloroso, esto no desaparece, se queda apartado. Y en el instante que decidas encenderlo de nuevo, volverá. De ahí que, tengas que estar bien seguro, de que estas preparado para enfrentarte a ello. Que tienes fuerzas y valor de superarlo y gente en la que apoyarte para hacerlo. Porque, esto es muy importante, la gente, tu gente, va a ser necesaria en tu rehabilitación. La crueldad y el egoísmo asoman las orejitas cuando apagas el interruptor, y debes de estar concienciado de que el karma volverá para morderte en el culo. Lo que quiere decir, que todo el dolor que tu causes se te retornará. 
Hay que estar lucido y mantener el control dentro del descontrol que se plantea en tu vida, al decidir, dejar de sentir.



miércoles, 24 de abril de 2013

No por mucho madrugar...

Hace unos días, una buena amiga colgó en su facebook una especie de carta donde se recogían un millón de refranes españoles. Al principio me pareció muy curioso, pero luego me di cuenta. Que espabilados que somos los españoles que creamos refranes para darnos la razón en cada paso que damos. Me imagino a un señor/a hace mucho tiempo, el cual debía tomar una decisión, quedarse con algo seguro o jugársela  finalmente se planto con lo que tenía y... "Más vale pájaro en mano que ciento volando", en cambio, su amigo que prefirió correr la aventura..."Quien no arriesga no gana". Y así uno por uno, revisándolos  me convencí de que todos necesitamos autoconvencernos, tras tomar una decisión, de que era la correcta. Aunque sea apoyándonos en refranes!!
En estos días, yo he entendido mejor que nunca aquel de "No por mucho madrugar amanece mas temprano". Hay ciertas cosas que necesitan un proceso que, aunque sea doloroso y queramos saltarnos, tenemos que pasar. El corazón  la mente y el cuerpo necesitan recuperarse tras un fuerte trauma (llamo trauma a cualquier golpe de efecto en nuestra vida que la trastoque). Es cierto que, en infinidad de ocasiones, intentamos mostrar a la gente que lo hemos superado a una velocidad récord  Nos encanta quedar de duros e invulnerables al dolor, pero es cuando estamos solos cuando nos damos cuenta de lo mucho que se sufre. Ya hable una vez del duelo, de ese sufrimiento que se siente tras una pérdida. Bueno, pues esa fase de apatía, o, de completa tristeza...etc, es un mecanismo de nuestro cuerpo para recobrar la estabilidad.
Y lo peor no es nuestra necesidad de procesar, sino cuando la de otro nos afecta directamente. Cuando tu es otro el que necesita el tiempo, cuando tu crees tenerlo todo seguro. La impotencia es incalculablemente peor. 
De nuevo, me doy cuenta de lo egoístas que solemos ser. Pensamos que porque nosotros estamos curados, los demás tienen que seguir nuestro ritmo. Pues no. Cada uno tiene sus tiempos, de hecho, es posible que en realidad sean los mismo, pero que empiecen y terminen en momentos diferentes. Eso no significa que el resultado de cada uno de los ciclos sea distintos, solo que la época diverge. Ante esta situación tenemos dos opciones:
1. Enfadarnos, y culpar a la otra persona de ser causantes de nuestro pesar, y alejarnos sin mirar atrás. En realidad, esta es una vía de escape, distanciarse lo mas posible de aquello que nos incomoda pensando que así lo sortearemos.
2. Enfrentarnos a ello, esperar y reconocer que nosotros también tenemos que superar nuestras barreras personales para recobrarnos.
Verdad es que, en estas circunstancias, nos podemos amargar, atormentar y esto reflectarlo en los que nos rodean, sobre todo el el blanco de nuestra "desdicha" y achacarle a él todos los males de nuestra existencia. Pero la única realidad que debemos afrontar es que, nuestra vida es nuestra, aunque decidamos compartirla con otra persona. Y nosotros somos nosotros. Debemos pelear por ser felices y estar satisfechos con nuestra trayectoria, porque solo así podremos conseguir que los demás sean felices con nosotros. 
Tenemos la mala costumbre de cuando somos infelices intentar responsabilizar a otro, y es posible, que esa persona te cree inconvenientes, pero nunca es culpable de la totalidad de nuestro malestar. Por ello, es irremediable. para tener una relación sana, el estar bien con nosotros mismos. Si luego los caminos no concluyen en el mismo lado, que se le va a hacer, lo habrás probado.
Intentamos evitar el trance amargo de una recuperación, los momentos duros, pero es obligatorio para superar las adversidades de la vida y fortalecernos. No voy a negarlo, sigo siendo una optimista y estoy, total y completamente, convencida de que cada cosa que nos pasa nos lleva a un enriquecimiento personal y un aprendizaje que nos será útil alguna vez. 
Me resulta llamativo, como pretendemos acelerarlo todo para llegar a la parte bonita y feliz, pero si esto sucediese así, nunca aprenderíamos nada. Al menos yo, no lo haría. Es como si cuando un niño se porta mal, luego le das un helado al pedirlo. Nunca aprenderá que la mala conducta tiene un castigo. A mi me pasa lo mismo, si tras una actuación mía recriminable, no se me da un azote, nunca valoraría lo que está en juego, porque al acabar bien sin mi sanción correspondiente, nada me impediría volverlo a hacer. El pasarlo mal es indispensable, al igual que errar, para aprender.
Lo importante es tener fe en lo que queremos y buscamos. Mantener la convicción de que al final de el largo camino, descalzos, a través de las ascuas, encontraremos la recompensa y lo que tanto anhelamos. O que, al menos, sucederá lo mejor para nosotros, a pesar de que no sea aquello que habíamos imaginado. Y es que, ahí va otro, "Las prisas no son buenas", nos impulsan a exigir, no razonar, ni ponernos en la posición del otro, que, para mas vuelta de tuerca, tal vez es la misma que la nuestra un tiempo atrás. Pero..."Quien la sigue la consigue" ya lo  he dicho mil veces, soy cabezota, y sin que sirva de precedente, intentaré ser paciente y confiar una vez en mi destino, que a veces en un poco guasón. 

lunes, 15 de abril de 2013

Modelos de orgullo

He de sincerarme y confesar, que soy un poco adicta a las redes sociales. No una cosa exagerada, de no poder vivir sin leerlas, porque tampoco suelo ser dependiente de nada, pero si me llena muchos momentos de aburrimiento. Y ha sido gracias a esto cuando he descubierto el tremendo lío que tengo respecto al orgullo y su papel en una relación. No solo de pareja, también familiar o de amistad.
El caso, es que en twitter, había leído cinco frases seguidas totalmente contradictorias: "Tragarse en orgullo no engorda" "No pierdas algo importante por orgullo" "Es necesario el orgullo y parar de arrastrarse" "El orgullo es el único arma que te saca de una relación toxica"... ¿Soy yo la única que no lo entiende? ¿Hay que ser orgulloso o dar tu brazo a torcer? ¿Hay que sacrificar una opinión por una reconciliación o esperar que sea la otra persona quien lo haga?
Decidí hacer un ejercicio de meditación y cuando había adquirido cierta claridad sobre el tema, hacer una investigación y preguntar a diferentes personas. 
No ha sido un trabajo fácil pero, tras pensarlo detenidamente, he conseguido iluminarme en el tema, o para no crecerme demasiado, al menos tener un opinión medianamente coherente.
La aplicación del orgullo depende de la personalidad de cada uno, eso es lo primero que hay que tener claro. Nadie coincidirá con otra persona en donde esta el limite a la hora de ceder frente otras persona y no considerarse un "arrastrado", ni de cuando merece la pena o no. Porque creo que esta es la clave, ¿Merece la pena que prevalezca tener la razón, aunque la consecuencia sea alejarte de alguien a quien quieres? Y es que, todo depende de la situación.
En mi punto de vista, hay dos tipos de orgullo. Primero, ese que te surge cuando discutes con alguien y piensas que debe ser él el que te pida perdón. En la mayor parte de estas ocasiones, el mantener ese enfado, no suele llevar a nada bueno. Me refiero a enfados puntuales, en relaciones importantes. Al final, si te paras a pensar, muchas veces ni siquiera recuerdas cual fue el detonante o ya no te importa, porque no era tan importante. Y llega ese momento en el que ya se te ha pasado y quieres que todo vuelva la normalidad pero aparece ese oscuro sentimiento de...¿Y por qué tengo que ser yo el que llame si...? Es en ese momento cuando debes olvidar esa sensación y no pensar que es malo ser el que da el primer paso. ¿Qué tienes que perder? Este tipo de orgullo que hay que desechar, porque no te enriquece.
Pero existe el segundo, ese que debe hacer aparición cuando alguien te ha dañado demasiadas veces, y es el miedo a perderle el único que te hace no enfrentarte a él. Cuando alguien aprovecha su manera segura de ser o el tipo de persona que eres tú para pensar que siempre tiene la razón. No hablamos de discusiones o rabietas, sino de un rol sistemático que alguien adquiere y conlleva habitualmente a dañarte. Este, sin lugar a duda, es el que hay que mantener y realzar en nuestra personalidad.
No hay que confundir el ser conciliador, y que no te guste mantener una pelea mucho tiempo porque quieres a esa persona, con dejar que alguien adquiera como costumbre pisotearte y quedar por encima de ti, a pesar del daño que causa.
Todos, alguna vez hemos pensado que una persona ha perdido la dignidad con alguien a quien perdona constantemente. Y es posible que sea cierto, pero es necesario que sea uno mismo quien, tras oír el "click" que te advierte que has pisado una mina, decida levantar el pie y que todo vuele por los aires. Por mucho que alguien te lo repita una y otra vez, solo tú eres consciente de cuando el cansancio no te permite seguir aguantando. Cuando un día te levantas de la cama y ves que ya no tienes nada que ganar con esa relación y que solo resta en tu vida.
Que fácil seria poder consultar a una bola negra, de esas de billar que aparecen en las películas americanas, cuando debes plantarte respecto a alguien. Pero hasta que exista ese instrumento infalible que pueda orientarnos en como hacer siempre bien  las cosas, yo solo tengo un secreto para actuar lo mejor posible con quien quiero, y es sentirme a gusto con mis actuaciones. Necesito quedarme tranquila cuando hago algo, y si, a pesar de creer en su momento que estaba en posesión de la verdad, no lo hago, pido perdón  Y aunque eso debería hacer que me sintiera peor, porque significa que me equivocado, en realidad me libera. 
Lo he dicho innumerables veces, pero al final, nosotros somos los únicos que cada noche dormimos con nosotros mismos, y no se para vosotros, pero para mí es fundamental descansar plácidamente y con mi conciencia tranquila todos los días de mi vida.

martes, 26 de marzo de 2013

La inseguridad de la certeza

Miraba a mi alrededor, como esa niña que entra por primera vez en una tienda de juguetes. No en la típica tiendecita de barrio, no, sino en esas grandes jugueterías que tienen varias plantas y cada pasillo una temática. Me parecía increíble que una revista como aquella hubiese visto mi trabajo y más aún, que les hubiese gustado. Desde que me había establecido como independiente, la verdad, no me había movido mucho para prosperar. Estaba cómoda y, al menos por el momento, me había servido. Ahora, al tener frente a mí tamaña oportunidad, se me había despertado un deseo irrefrenable por formar parte de un lugar como este.
Mientras esperaba que llegase mi turno, y aquella secretaría de punto en blanco dijera mi nombre, me di cuenta del miedo que me estaba empezando a asaltar. ¿Y sí no les gustaba? ¿Y sí no eran como se imaginaban? Y sí, y sí...Fue exactamente ahí, cuando caí en la cuenta, de que cuando más segura estas de que es lo que quieres, de a donde quieres llegar, de cuales son tus metas...más inseguro te sientes.
Es como si de repente tu vida se convirtiese en un túnel un enorme tubo oscuro con una sola salida. No existen más alternativas, no hay salidas de emergencias, solo un punto al que llegar.
Supongo que es lo mismo que pasa en las relaciones...¿Quién es el que más miedo tiene de que vaya mal? El que más quiere. Aquel que está completamente seguro de que quien está a su lado es la persona con la que desea pasar el resto de su vida. Es la inseguridad del que más quiere. Mientras que el otro, el que se siente amado sin reservas, es el que adquiere una posición de poder, de la que muchas veces ni se percata. Es más fácil identificar todo esto, cuando has estado en ambas situaciones. Ese, que se deja llevar por una relación que le resulta cómoda y le hace feliz, sin angustiarse de si va a ser para siempre, porque en el fondo tiene la sensación de que todo depende de él. Que el otro, siempre va a estar a su lado, porque nos ama. Por el otro lado está el que quiere mejorarlo todo constantemente, el que se pregunta si le queremos igual que el a ti, el que ambiciona más gestos de cariño, más cercanía... Y es que, cuando alguien te quiere abiertamente, sin condiciones ni impedimentos, te embarga una calma total, que te empuja a no tener la necesidad de planear ni cuestionarte nada, porque crees saber que no existe la posibilidad de que en un zas...desaparezca todo.
Es curioso, si te paras a observar, como puede cambiar una persona que creías conocer, cuando se le cambia el roll dentro de la pareja. Alguien que era un pasota, de repente es todo atenciones. El que no paraba de tontear con otras persona, de pronto se tilda de celoso. Al que ver al otro solo los fines de semana se valía, ahora saca minutos todos los días para el otro. 
De ahí, que no se pueda etiquetar a una persona por haberla conocido como nuestra pareja, o la de alguien cercano, porque las posiciones, siempre son susceptibles de cambios.
Muchas veces, desde nuestro lugar en la relación, deseamos que el otro cambie, que esos pequeños detalles que nos molestan desapareciesen, y sería entonces cuando llegaría la perfección. Pero no caemos en la cuenta de algo importante, de esas cosas también nos enamoramos, y es posible que si desaparecen, ya no estemos con quien elegimos. Obviamente, no me refiero a esas manías que nos desagradan desde el segundo uno de conocernos, porque esas no desaparecen nunca, esas nunca van a gustarnos, como mucho irán a peor hasta volverse insoportables. Hablo de aquellas que al principio no encantaban, nos parecían graciosas o nos llamaron la atención y a la larga, se volvieron un incordio. Por ello, lo importante de pensar cuando una relación se estabiliza si nos compensan todas las cosas buenas con las malas, lo que nos encanta y lo que odiamos, lo que nos hace feliz, respecto a lo que nos hace llorar... porque llegará un momento, en el que una ligera parte de lo positivo, pase al lado de lo negativo. Y pesar de ello, deberemos mantener la balanza compensada.
De nuevo ese pinchazo en el estomago, esas ganas de salir corriendo y no enfrentarme a los que me esperaba tras esa enorme puerta de cristal. Aunque fue, al escuchar mi nombre de la boca de la chica morena que me había recibido con tanta amabilidad y encanto, cuando recordé mi ventaja. Nunca había fracasado en algo que realmente hubiese deseado, y si esto no lo conseguía estaba claro, que es porque no estaba en mi destino. Aunque siempre me serviría para darme cuenta de que era algo que ambicionaba en la sombra, y gracias a esto había recibido la luz de mi foco de atención. Lo siento, pero soy de las que se inclina por ver el lado positivo de las cosas, inclusive las que no salen como uno lo había pensado en un principio, y que mi destino, siempre me lleva por el camino que debo seguir, aunque a veces sea un pequeño rodeo.
Me levante, estire mi vestido azul, cogí mi portafolios y sonreí. Ahora, si que estaba preparada para deslumbrar. 

miércoles, 27 de febrero de 2013

Life Consulting


Hacia un buen rato que había anochecido y yo aún estaba frente a los retoques de mi último trabajo. Observándolo en profundidad, era innegable el progreso que había conseguido día a día. Y es que, el talento no siempre es suficiente, de hecho, nunca suele serlo. Tuve un profesor que siempre nos decía: “En esta profesión, como en la vida, los porcentajes están claros. Hay que tener un 20 por ciento de talento, un 30 por ciento de formación y un 50 por ciento de suerte”. Me encantaría decir que no tenía razón, pero la verdad es que siempre he sido muy afortunada. No es que no me haya esforzado, pero digamos, que mi 80 por ciento ha pesado mucho, mucho, y he sabido rodearme de gente que me ha facilitado bastante el camino. Supongo que ese es uno de mis talentos, consigo que la gente me ayude, en muchas ocasiones sin pedirlo. Porque, si bien es verdad, que se echarle morro a la vida si no queda más remedio, intento depender del exterior lo menos posible.
Sé que no soy única en este aspecto. Es una generalidad, esa terrible frase que mucho utilizan de “si no lo hago yo, no lo hace nadie”. Y pensando en esto, sigo sorprendiéndome de lo contradictoria que soy. Conocerme es toda una aventura. No me cuesta delegar, es decir, que alguien haga algo por mí, pero odio depender de que alguien lo lleve a cabo. O, me gusta que la gente me necesite, pero no ser la única que pueda hacerlo, porque no me gusta que dependan tanto de mí. En cierto modo, todo se resume a que tengo miedo al fallo. Me aterra fallar a las personas, o que alguien me falle a mí. Por ello, nunca serví para los deportes de equipo, porque si hay alguien a quien echarle la culpa de algo, aparte de a ti mismo, tendemos a la inercia de no autocastigarnos.
Intentamos ser islas. De esos archipiélagos aislado, que de vez en cuando oímos que ha sido comprado por un actor famoso. Nos gusta ser exóticos, exclusivos, poco accesibles, pero saber que en el fondo alguien sabrá apreciar nuestro valor y pagará el precio. No para invadirnos, sino para disfrutar de nuestras, en ocasiones, incomodas virtudes.
Hasta hace muy poco tiempo, no me había dado cuenta de lo importante que es tener a una persona que te escuche, y tenga los arrestos, de ser sincero. Y es que, en más ocasiones de las que debemos, tomamos decisiones sin haberlo visto desde otra perspectiva. Está claro que nuestras decisiones son nuestras y de nadie más, pero a veces nuestra visión está muy viciada, y es mejor hacer una consulta externa. Hasta los más grandes empresarios, se rodean de consultores para los movimientos importantes. Nadie piensa que sean débiles o peores empresarios por ello, todo lo contrario, saben que un buen asesoramiento, a veces es fundamental para un resultado óptimo.
Ahora es importante, ¿Qué características tiene que tener nuestra Life Consulting? Es decir, nuestro asesor vital. Es vital que su visión de la cuestión de manera global sea parecida a la nuestra, no totalmente contraria. Por ejemplo, si eres una persona que opina que la infidelidad suele tener un motivo, no puedes consultar tu duda frente a esta cuestión a alguien que lo hace como algo natural, o que lo sataniza. Tiene que ser alguien que fuera de tus vivencias que te absorben en ese momento y no te dejan pensar con claridad, pueda exponerte un razonamiento semejante al que harías tú, en pleno uso de tus facultades mentales. Por lo tanto, debe ser alguien a quien conozcas en profundidad. No tiene por qué ser siempre la misma persona. Es cierto, que puedes tener especialistas en cada área, y esto suele pasar, cuando tu grupo más cercano se compone de varias amigas. Es posible que cada una tenga su campo de acción, pero debes saber cuál es el de cada una, porque tener demasiadas opiniones divergentes de un mismo tema, te lleva al efecto traje de novia. ¿Qué significa esto? Imagínate eligiendo tu traje de novia, ¿A quién te llevarías? A tu madre, a tus amigas, a tus hermanas… ERROR!! ¿En serio crees que tu madre tendrá el mismo gusto en vestidos que tu amiga de las minifaldas, o tu abuela que tu hermana la punk? ¿No será más lógico llevarte a esas personas con las que, en lo que a moda se refiere, tienen un gusto afín al tuyo? ¿Alguien que sea capaz de decirte, que el traje con el que siempre habías soñado te sienta fatal, pero que otro en el que no te habías fijado es tu estilo y te sienta maravilloso? Pues con las dudas trascendentales pasa lo mismo, hay que ser selectiva y optimizar.
En demasiadas ocasiones, tomamos un camino de manera precipitada o sin haber consultado con nadie los pros y los contras de lo que pensamos, empujadas por el miedo a que lo que nos digan nos influencie demasiado y perdamos nuestra opinión. Pero no consiste en que decidan por nosotros, sino que nos muestren cosas en las posiblemente no nos hayamos percatado. Nunca podemos dejar que alguien tome una decisión importante por nosotros, porque esa es la mejor manera de que algún día nos arrepintamos de haberlo hecho y encima tengamos a quien culpar. Es más fácil aprender de los errores que uno mismo ha cometido, pero es posible evitar ese error si alguien con la mente abierta nos orienta hacía un camino un poquito más escondido que los evidentes a nuestros ojos. Hay que perder el miedo a que la gente nos diga lo que no queremos oír, a que nos muestren que podemos estar cagándola o incluso, que tenemos razón. ¿A qué todos os habéis parado a pensar de quien se compone vuestra Life Consulting? ;)

jueves, 14 de febrero de 2013

San Valentín


Hoy comenzó como un día normal. Me levanté, salí a correr, me duche y me dirigía hacia el estudio cuando, zas, recordatorio del día en que me encontraba. El día de los enamorados. Mientras escuchaba las típicas dedicatorias que se escuchan en la radio caí en la cuenta de algo en los que no suelo pensar.
¿Está reñido es ser una mujer de mi tiempo, exitosa, soltera y con una vida sexual variada, con ser una romántica empedernida? No.
Estoy harta de escuchar a aquellos que se les hincha la boca de decir que este día es una tontería, que ellos no necesitan un día para demostrar lo que sienten… Pues sí, justamente esas personas a las que parece que la existencia de hoy les molesta, son las que más necesitan de él. Y lo digo como una escéptica de San Valentín, reconvertida. Nos encontramos en una sociedad marcada por el estrés, la falta de tiempo y de dedicación a los demás. Atrapados en una vorágine de insatisfacción, preocupaciones económicas y falta de muestras de cariño. Por eso cuando algún iluminado, habla con desprecio de hoy me  hace pensar. ¿Qué puede significar que te incomode que exista un día dedicado a mostrar el amor? Se me ocurren dos respuestas:

  1.   Es más fácil mostrar tu indiferencia hacia él, que reconocer que no tienes con quien celebrarlo.
  2.   Eres tan poco detallista, que tener un gesto con tu pareja te resulta un sacrificio inhumano.
Ahora en serio, no conozco a nadie que le moleste recibir en el día de hoy una flor, unos bombones o una tarjeta. No es necesario que sea un regalo ostentoso, simplemente una muestra de que alguien esta hay, acordándose de ti. Seamos sinceros, ¿Quién no ha fantaseado alguna vez que, a pesar de no tener pareja, te llega una rosa al trabajo, o te dejan una tarjeta en tu buzón? En el fondo, estamos hambrientos de romanticismo y detalles “moñas”, pero es más fácil disfrazar de modernidad y desdén, lo que realmente es un esfuerzo por no expectativas e ilusión al tener la certeza de que no recibirás nada. Y es que la ilusión y el romanticismo, en la actualidad, puede llegar a resultar vergonzoso.
Para aquellos que presumen de no necesitar este día, erigiéndose como un ejemplo de detallismo tengo una pregunta ¿Cuándo fue la última vez que agasajasteis a vuestro respectivo de manera espontánea, sin ser una fecha señalada? No creáis que es un ataque, solo os muestro una terrible realidad. En una rutina, donde con suerte consigues verte al llegar a casa por la noche y probablemente uno se dedique a trabajar, mientras otro hace la cena, y cuando una se va a la cama el otro continua en el sofá viendo la televisión, es muy difícil deleitar a tu pareja con una cena romántica o un masaje sensual con aceite e incienso. Por eso, necesitamos un día en el que nos obliguen a parar y recordar que debemos hacer estas cosas.
¿Cuándo ha cambiado el amor? ¿Cómo se ha pasado de, sentirse afortunado por encontrar al amor de tu vida con 18 años y así tener toda tu vida para disfrutar de él, a pensar que es ridículo solo haber estado con un hombre? ¿De aspirar a una vida llena de promiscuidad y relaciones fallidas de Gossip Girl, al amor inocente e incondicional de Romeo y Julieta (obviando el suicidio adolescente)? ¿Es ahora el amor más difícil que en tiempos de nuestros abuelos, o por el contrario, somos nosotros los que nos empeñamos en enreversarlo todo?
Un día como hoy, de San Valentín, yo, Roxanne, debo hacer una confesión: A pesar de ser una mujer del 2013, ambiciosa, trabajadora, soltera y deseosa de vivir, me declaro una idealista del amor. Sueño con que un día cualquiera, la persona a la que quiero se acuerde de cuál es mi flor favorita y me la regale, que después de compartir un año una tarde, sin motivo, descubras en su MP3 la canción que dijiste adorar en vuestra primera cita, que me sorprendan con un baño de espuma y pétalos de rosa, o una habitación con velas y fresas con chocolate…
Y ahora, aunque solo sea para vosotros mismos, reconocer que también os gustan están cosas, que el romance no tiene que morir en nuestra vida, que si no soñaseis con cosas de estas…no lloraríais viendo Ghost o el Diario de Noa y que seguimos queriendo ver finales felices sin pensar en que los protagonistas acabaran separándose un año después.
Por cierto, a mi hoy me han sacado una sonrisa con un simple Whatssap lleno de corazones.

martes, 29 de enero de 2013

Incongruencia emocional


Le tenía sentado frente a mí, al otro lado de la mesa, mirándome con sus enormes ojos marrones mientras agarraba con fuerza mi mano. El restaurante estaba bastante abarrotado, lo cual correspondía al plan que había preparado para evitar situaciones incontrolables e incomodas. Llevaba días evitando esa cita, temerosa de lo que quería decirme, de que expresara cosas para las que yo no estaba preparada. Solo nos estábamos conociendo y yo, una vez más, seguía sin estar preparada para ningún tipo de compromiso. Por lo que ¿alguien me puede explicar que llevo a mi estúpida cabeza a desilusionarme cuando fue precisamente lo que me dijo? Si, suena absurdo, lo sé. Pero me devastó oír de su boca que no llegábamos a ninguna parte, que el ahora no buscaba nada serio, solo pasarlo bien y que si seguíamos alargando esto acabaría complicándose, COMPLICÁNDOSE!!!!
La ira, la indignación y las ganas de llorar se agolpaban en mi garganta no dejándome tragar. El bolo se me hacía insoportable, por lo que, me levante tranquilamente y me encerré en el baño. Me senté en la taza del wáter y me concentré en respirar y entender el conjunto de incoherencias que acababan de suceder. Vamos a ver, relájate y piensa. ¿Por qué estas a punto de llorar si es lo que tú querías? ¿Acaso te habías preparado tanto para ser tú la que dijeras esas palabras que escucharlas al contrario te ha pillado por sorpresa? Será capullo ¿Acaso cree que va a encontrar algo mejor que yo? ¿Qué habré hecho para ya no gustarle? Al darme cuenta de lo que estaba a punto de hacerme a mí misma, paré. Me miré al espejo. No vas a culparte de esto Roxanne, no vas  a hacerlo. Es lo que tú esperabas, es un problema menos y ahora puedes seguir haciendo lo que hacías antes de que apareciese. De pronto empezó a fastidiarme perderme todos esos planes que, en un principio no me llamaban la atención lo más mínimo, habíamos hablado durante los dos meses de descubrimiento. Podía imaginarme haciéndolos con él, pasándolo bien, besándonos, abrazándonos, cogiéndonos de la mano mientras paseábamos por la playa. Una vez más me frené. Vamos a ver, so loca, si ni siquiera te gustaba en la cama… ¿Qué chorradas estás pensando? Podía ver a mi subconsciente mirándome sentada en el lavabo con ojiplática. ¿En serio le estas idealizando en el baño, treinta segundos después de que te haya dejado, cuando venias decidida a hacerlo tú? Me entró la risa al imaginarme como mi hermana haría el sonido típico que nos hacíamos para expresar que se nos iba la cabeza, el dedo en los labios y pedorreando. Era muy típico de nosotras y siempre conseguía, o cabrearnos más o que nos desternilláramos de la risa. Una vez más mire a mi subconsciente que asentía orgullosa por cómo había tomado las riendas de la situación y volví a la mesa. Allí me esperaba él, expectante, temeroso y con un aspecto bastante gracioso de inseguridad, al no saber que reacción esperar de mí. Note su confusión al verme tranquila y sonriendo. Desde luego no es lo que esperaba. Terminamos una cena, que estuvo bastante bien y con la sensación de que todo había ido bien. Me dejo en casa y nos despedimos con un beso en la mejilla, prometiéndonos que volveríamos a vernos. Supongo que deseando que no fuera en un periodo corto de tiempo.
Estaba en casa, tiré mi abrigo en el sofá y encendí la tele esperando que echaran alguna película romántica, para que una vez terminara pudiese imaginarme mi final alternativo, donde esa pareja que había vivido tantas aventuras hasta descubrir que se amaban y el final se fundía con un beso, al día siguiente de vivir juntos acababan echándose el uno al otro, por no recoger los calzoncillos al ducharse o porque ella cocina como un niño de tres años. No conseguí mi propósito pero solo imaginármelo me alivio. Recordé una vez más a mi hermana, diciéndome lo fácil que soy de frustrar y que no siempre las cosas saldrán como yo quiero pero eso no tiene por qué ser malo. Soy un desastre…SI ME FRUSTRO HASTA CUANDO SI SALEN COMO QUIERO!!!
Puede que sea  muy previsible, pero es viernes noche y no estoy dispuesta a acostarme con esta sensación de fracaso… en cinco minutos había queda con mi amiga Silvia y sabía que la noche me deparaba algo mejor que lloriquear por estar sola otra vez, tal vez Rox tenía que volver, aunque solo sea por esta noche…


miércoles, 9 de enero de 2013

Plenitud


Ya ha pasado, era un sueño. Me lo repetí, una y otra vez como un mantra, mientras intentaba colocar la maraña de sabanas que se había formado en mi cama, a causa de las vueltas que había dado durante los segundos que habría durado mi pesadilla.
Eran las tres de la mañana y mi habitación estaba sumida en una oscuridad absoluta, y dado, que el sueño me había abandonado por completo, me senté en la cama ha recapacitar sobre mi entrada en el año nuevo. No soy una persona asustadiza ni miedosa, pero si me angustio con facilidad, y la entrevista que tenia al día siguiente me había alterado.
No solía tener mucho tiempo para reflexionar, o yo me aseguraba de no tenerlo, porque siempre me llevaba a una espiral de autocompasión, por descubrir que no había conseguido nada de lo que me había propuesto. Lo que, en un momento de mi dura carrera por madurar, me hizo darme cuenta de lo poco que valoramos lo que tenemos siempre que haya algo que deseemos y no hayamos conseguido todavía. Ese día, cobró sentido la frase de que “uno se acostumbra pronto a lo bueno”, tan pronto que deja de parecerle importante. Infinidad de veces he pensado en lo autodestructiva que soy, en que, en vez de ser feliz con lo mucho que logro, me castigo por lo que no alcanzo. Aunque es ese exceso de exigencia el que me ha llevado a poder afirmar con ningún atisbo de duda, que soy feliz.
Para entender mi nuevo estado anímico, me ha resultado fundamental diferenciar entre dos afirmaciones, parecidas, comúnmente confundidas, pero muy diferentes… No es lo mismo decir: Estoy feliz (Algo efímero y momentáneo) que Soy feliz (Una constante y característica). A pesar de todo lo que me ha pasado, y al hacer, el típico pero no por ello menos útil, balance de año vencido, he descubierto que por primera vez lo bueno gana a lo malo. No solo es eso, sino que me aproximo con preocupante exactitud a la que era yo en mi imaginación con 25 años, cuando era una niña. Por eso, estoy en la envidiada posición de ser feliz. Obvio, no estoy feliz las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, doce meses al año, pero en una visión global, lo soy.
Estoy segura de que mi cerebro sufre desequilibrios químicos, lo que me provoca vivir en una constante montaña rusa de sensaciones contradictorias. Sin motivo ninguno puedo sentirme mal, vacía, frustrada y desdichada; y al día siguiente sin acontecimiento que provoque una variación importante, estar feliz, plena y rebosante de energía positiva. Por lo que, para mí y gente como yo, es vital, cada cierto tiempo ver que es lo que realmente necesitamos para ser felices. No me refiero a una lista literal, en una hoja de papel. Pero sí, mentalmente, sin ser caprichosos, infantiles ni irracionales, realizar un estudio de nosotros mismos y observar que necesitaríamos para sentirnos satisfechos. Y premiarnos, como a niños pequeños cuando sacan buenas notas o se comen todas las espinacas, cuando nos revelamos habiéndolo  conseguido. Es posible, que eso nos lleve a pedirnos cosas nuevas, y a ver que nunca llegamos a tenerlo todo, pero no es malo. Es maravilloso que cada día nos levantemos con algo nuevo que ambicionar y por lo que pelear.
Me volví a tumbar, deslicé las sábanas lentamente por mi cuerpo disfrutando de cada fibra acariciándome hasta taparme por completo y cerré los ojos. En mi mente se reprodujeron los motivos de mi fortuna, mi casita, que aun siendo pequeña y sin grandes comodidades, era perfecta; mi familia, que aunque disfuncional y desequilibrada, tenía momentos muy buenos; unos amigos que, a pesar de estar en la sombra en ocasiones, siempre sentía cerca y mi trabajo, que me mantenía, me satisfacía y, después de mañana, podía tener la oportunidad en la mano de ser lo que siempre había fantaseado.
Tuve un nuevo mantra que repetir, soy feliz, soy feliz, soy muy feliz. No volví a despertarme en toda la noche.