miércoles, 27 de febrero de 2013

Life Consulting


Hacia un buen rato que había anochecido y yo aún estaba frente a los retoques de mi último trabajo. Observándolo en profundidad, era innegable el progreso que había conseguido día a día. Y es que, el talento no siempre es suficiente, de hecho, nunca suele serlo. Tuve un profesor que siempre nos decía: “En esta profesión, como en la vida, los porcentajes están claros. Hay que tener un 20 por ciento de talento, un 30 por ciento de formación y un 50 por ciento de suerte”. Me encantaría decir que no tenía razón, pero la verdad es que siempre he sido muy afortunada. No es que no me haya esforzado, pero digamos, que mi 80 por ciento ha pesado mucho, mucho, y he sabido rodearme de gente que me ha facilitado bastante el camino. Supongo que ese es uno de mis talentos, consigo que la gente me ayude, en muchas ocasiones sin pedirlo. Porque, si bien es verdad, que se echarle morro a la vida si no queda más remedio, intento depender del exterior lo menos posible.
Sé que no soy única en este aspecto. Es una generalidad, esa terrible frase que mucho utilizan de “si no lo hago yo, no lo hace nadie”. Y pensando en esto, sigo sorprendiéndome de lo contradictoria que soy. Conocerme es toda una aventura. No me cuesta delegar, es decir, que alguien haga algo por mí, pero odio depender de que alguien lo lleve a cabo. O, me gusta que la gente me necesite, pero no ser la única que pueda hacerlo, porque no me gusta que dependan tanto de mí. En cierto modo, todo se resume a que tengo miedo al fallo. Me aterra fallar a las personas, o que alguien me falle a mí. Por ello, nunca serví para los deportes de equipo, porque si hay alguien a quien echarle la culpa de algo, aparte de a ti mismo, tendemos a la inercia de no autocastigarnos.
Intentamos ser islas. De esos archipiélagos aislado, que de vez en cuando oímos que ha sido comprado por un actor famoso. Nos gusta ser exóticos, exclusivos, poco accesibles, pero saber que en el fondo alguien sabrá apreciar nuestro valor y pagará el precio. No para invadirnos, sino para disfrutar de nuestras, en ocasiones, incomodas virtudes.
Hasta hace muy poco tiempo, no me había dado cuenta de lo importante que es tener a una persona que te escuche, y tenga los arrestos, de ser sincero. Y es que, en más ocasiones de las que debemos, tomamos decisiones sin haberlo visto desde otra perspectiva. Está claro que nuestras decisiones son nuestras y de nadie más, pero a veces nuestra visión está muy viciada, y es mejor hacer una consulta externa. Hasta los más grandes empresarios, se rodean de consultores para los movimientos importantes. Nadie piensa que sean débiles o peores empresarios por ello, todo lo contrario, saben que un buen asesoramiento, a veces es fundamental para un resultado óptimo.
Ahora es importante, ¿Qué características tiene que tener nuestra Life Consulting? Es decir, nuestro asesor vital. Es vital que su visión de la cuestión de manera global sea parecida a la nuestra, no totalmente contraria. Por ejemplo, si eres una persona que opina que la infidelidad suele tener un motivo, no puedes consultar tu duda frente a esta cuestión a alguien que lo hace como algo natural, o que lo sataniza. Tiene que ser alguien que fuera de tus vivencias que te absorben en ese momento y no te dejan pensar con claridad, pueda exponerte un razonamiento semejante al que harías tú, en pleno uso de tus facultades mentales. Por lo tanto, debe ser alguien a quien conozcas en profundidad. No tiene por qué ser siempre la misma persona. Es cierto, que puedes tener especialistas en cada área, y esto suele pasar, cuando tu grupo más cercano se compone de varias amigas. Es posible que cada una tenga su campo de acción, pero debes saber cuál es el de cada una, porque tener demasiadas opiniones divergentes de un mismo tema, te lleva al efecto traje de novia. ¿Qué significa esto? Imagínate eligiendo tu traje de novia, ¿A quién te llevarías? A tu madre, a tus amigas, a tus hermanas… ERROR!! ¿En serio crees que tu madre tendrá el mismo gusto en vestidos que tu amiga de las minifaldas, o tu abuela que tu hermana la punk? ¿No será más lógico llevarte a esas personas con las que, en lo que a moda se refiere, tienen un gusto afín al tuyo? ¿Alguien que sea capaz de decirte, que el traje con el que siempre habías soñado te sienta fatal, pero que otro en el que no te habías fijado es tu estilo y te sienta maravilloso? Pues con las dudas trascendentales pasa lo mismo, hay que ser selectiva y optimizar.
En demasiadas ocasiones, tomamos un camino de manera precipitada o sin haber consultado con nadie los pros y los contras de lo que pensamos, empujadas por el miedo a que lo que nos digan nos influencie demasiado y perdamos nuestra opinión. Pero no consiste en que decidan por nosotros, sino que nos muestren cosas en las posiblemente no nos hayamos percatado. Nunca podemos dejar que alguien tome una decisión importante por nosotros, porque esa es la mejor manera de que algún día nos arrepintamos de haberlo hecho y encima tengamos a quien culpar. Es más fácil aprender de los errores que uno mismo ha cometido, pero es posible evitar ese error si alguien con la mente abierta nos orienta hacía un camino un poquito más escondido que los evidentes a nuestros ojos. Hay que perder el miedo a que la gente nos diga lo que no queremos oír, a que nos muestren que podemos estar cagándola o incluso, que tenemos razón. ¿A qué todos os habéis parado a pensar de quien se compone vuestra Life Consulting? ;)

jueves, 14 de febrero de 2013

San Valentín


Hoy comenzó como un día normal. Me levanté, salí a correr, me duche y me dirigía hacia el estudio cuando, zas, recordatorio del día en que me encontraba. El día de los enamorados. Mientras escuchaba las típicas dedicatorias que se escuchan en la radio caí en la cuenta de algo en los que no suelo pensar.
¿Está reñido es ser una mujer de mi tiempo, exitosa, soltera y con una vida sexual variada, con ser una romántica empedernida? No.
Estoy harta de escuchar a aquellos que se les hincha la boca de decir que este día es una tontería, que ellos no necesitan un día para demostrar lo que sienten… Pues sí, justamente esas personas a las que parece que la existencia de hoy les molesta, son las que más necesitan de él. Y lo digo como una escéptica de San Valentín, reconvertida. Nos encontramos en una sociedad marcada por el estrés, la falta de tiempo y de dedicación a los demás. Atrapados en una vorágine de insatisfacción, preocupaciones económicas y falta de muestras de cariño. Por eso cuando algún iluminado, habla con desprecio de hoy me  hace pensar. ¿Qué puede significar que te incomode que exista un día dedicado a mostrar el amor? Se me ocurren dos respuestas:

  1.   Es más fácil mostrar tu indiferencia hacia él, que reconocer que no tienes con quien celebrarlo.
  2.   Eres tan poco detallista, que tener un gesto con tu pareja te resulta un sacrificio inhumano.
Ahora en serio, no conozco a nadie que le moleste recibir en el día de hoy una flor, unos bombones o una tarjeta. No es necesario que sea un regalo ostentoso, simplemente una muestra de que alguien esta hay, acordándose de ti. Seamos sinceros, ¿Quién no ha fantaseado alguna vez que, a pesar de no tener pareja, te llega una rosa al trabajo, o te dejan una tarjeta en tu buzón? En el fondo, estamos hambrientos de romanticismo y detalles “moñas”, pero es más fácil disfrazar de modernidad y desdén, lo que realmente es un esfuerzo por no expectativas e ilusión al tener la certeza de que no recibirás nada. Y es que la ilusión y el romanticismo, en la actualidad, puede llegar a resultar vergonzoso.
Para aquellos que presumen de no necesitar este día, erigiéndose como un ejemplo de detallismo tengo una pregunta ¿Cuándo fue la última vez que agasajasteis a vuestro respectivo de manera espontánea, sin ser una fecha señalada? No creáis que es un ataque, solo os muestro una terrible realidad. En una rutina, donde con suerte consigues verte al llegar a casa por la noche y probablemente uno se dedique a trabajar, mientras otro hace la cena, y cuando una se va a la cama el otro continua en el sofá viendo la televisión, es muy difícil deleitar a tu pareja con una cena romántica o un masaje sensual con aceite e incienso. Por eso, necesitamos un día en el que nos obliguen a parar y recordar que debemos hacer estas cosas.
¿Cuándo ha cambiado el amor? ¿Cómo se ha pasado de, sentirse afortunado por encontrar al amor de tu vida con 18 años y así tener toda tu vida para disfrutar de él, a pensar que es ridículo solo haber estado con un hombre? ¿De aspirar a una vida llena de promiscuidad y relaciones fallidas de Gossip Girl, al amor inocente e incondicional de Romeo y Julieta (obviando el suicidio adolescente)? ¿Es ahora el amor más difícil que en tiempos de nuestros abuelos, o por el contrario, somos nosotros los que nos empeñamos en enreversarlo todo?
Un día como hoy, de San Valentín, yo, Roxanne, debo hacer una confesión: A pesar de ser una mujer del 2013, ambiciosa, trabajadora, soltera y deseosa de vivir, me declaro una idealista del amor. Sueño con que un día cualquiera, la persona a la que quiero se acuerde de cuál es mi flor favorita y me la regale, que después de compartir un año una tarde, sin motivo, descubras en su MP3 la canción que dijiste adorar en vuestra primera cita, que me sorprendan con un baño de espuma y pétalos de rosa, o una habitación con velas y fresas con chocolate…
Y ahora, aunque solo sea para vosotros mismos, reconocer que también os gustan están cosas, que el romance no tiene que morir en nuestra vida, que si no soñaseis con cosas de estas…no lloraríais viendo Ghost o el Diario de Noa y que seguimos queriendo ver finales felices sin pensar en que los protagonistas acabaran separándose un año después.
Por cierto, a mi hoy me han sacado una sonrisa con un simple Whatssap lleno de corazones.