miércoles, 24 de abril de 2013

No por mucho madrugar...

Hace unos días, una buena amiga colgó en su facebook una especie de carta donde se recogían un millón de refranes españoles. Al principio me pareció muy curioso, pero luego me di cuenta. Que espabilados que somos los españoles que creamos refranes para darnos la razón en cada paso que damos. Me imagino a un señor/a hace mucho tiempo, el cual debía tomar una decisión, quedarse con algo seguro o jugársela  finalmente se planto con lo que tenía y... "Más vale pájaro en mano que ciento volando", en cambio, su amigo que prefirió correr la aventura..."Quien no arriesga no gana". Y así uno por uno, revisándolos  me convencí de que todos necesitamos autoconvencernos, tras tomar una decisión, de que era la correcta. Aunque sea apoyándonos en refranes!!
En estos días, yo he entendido mejor que nunca aquel de "No por mucho madrugar amanece mas temprano". Hay ciertas cosas que necesitan un proceso que, aunque sea doloroso y queramos saltarnos, tenemos que pasar. El corazón  la mente y el cuerpo necesitan recuperarse tras un fuerte trauma (llamo trauma a cualquier golpe de efecto en nuestra vida que la trastoque). Es cierto que, en infinidad de ocasiones, intentamos mostrar a la gente que lo hemos superado a una velocidad récord  Nos encanta quedar de duros e invulnerables al dolor, pero es cuando estamos solos cuando nos damos cuenta de lo mucho que se sufre. Ya hable una vez del duelo, de ese sufrimiento que se siente tras una pérdida. Bueno, pues esa fase de apatía, o, de completa tristeza...etc, es un mecanismo de nuestro cuerpo para recobrar la estabilidad.
Y lo peor no es nuestra necesidad de procesar, sino cuando la de otro nos afecta directamente. Cuando tu es otro el que necesita el tiempo, cuando tu crees tenerlo todo seguro. La impotencia es incalculablemente peor. 
De nuevo, me doy cuenta de lo egoístas que solemos ser. Pensamos que porque nosotros estamos curados, los demás tienen que seguir nuestro ritmo. Pues no. Cada uno tiene sus tiempos, de hecho, es posible que en realidad sean los mismo, pero que empiecen y terminen en momentos diferentes. Eso no significa que el resultado de cada uno de los ciclos sea distintos, solo que la época diverge. Ante esta situación tenemos dos opciones:
1. Enfadarnos, y culpar a la otra persona de ser causantes de nuestro pesar, y alejarnos sin mirar atrás. En realidad, esta es una vía de escape, distanciarse lo mas posible de aquello que nos incomoda pensando que así lo sortearemos.
2. Enfrentarnos a ello, esperar y reconocer que nosotros también tenemos que superar nuestras barreras personales para recobrarnos.
Verdad es que, en estas circunstancias, nos podemos amargar, atormentar y esto reflectarlo en los que nos rodean, sobre todo el el blanco de nuestra "desdicha" y achacarle a él todos los males de nuestra existencia. Pero la única realidad que debemos afrontar es que, nuestra vida es nuestra, aunque decidamos compartirla con otra persona. Y nosotros somos nosotros. Debemos pelear por ser felices y estar satisfechos con nuestra trayectoria, porque solo así podremos conseguir que los demás sean felices con nosotros. 
Tenemos la mala costumbre de cuando somos infelices intentar responsabilizar a otro, y es posible, que esa persona te cree inconvenientes, pero nunca es culpable de la totalidad de nuestro malestar. Por ello, es irremediable. para tener una relación sana, el estar bien con nosotros mismos. Si luego los caminos no concluyen en el mismo lado, que se le va a hacer, lo habrás probado.
Intentamos evitar el trance amargo de una recuperación, los momentos duros, pero es obligatorio para superar las adversidades de la vida y fortalecernos. No voy a negarlo, sigo siendo una optimista y estoy, total y completamente, convencida de que cada cosa que nos pasa nos lleva a un enriquecimiento personal y un aprendizaje que nos será útil alguna vez. 
Me resulta llamativo, como pretendemos acelerarlo todo para llegar a la parte bonita y feliz, pero si esto sucediese así, nunca aprenderíamos nada. Al menos yo, no lo haría. Es como si cuando un niño se porta mal, luego le das un helado al pedirlo. Nunca aprenderá que la mala conducta tiene un castigo. A mi me pasa lo mismo, si tras una actuación mía recriminable, no se me da un azote, nunca valoraría lo que está en juego, porque al acabar bien sin mi sanción correspondiente, nada me impediría volverlo a hacer. El pasarlo mal es indispensable, al igual que errar, para aprender.
Lo importante es tener fe en lo que queremos y buscamos. Mantener la convicción de que al final de el largo camino, descalzos, a través de las ascuas, encontraremos la recompensa y lo que tanto anhelamos. O que, al menos, sucederá lo mejor para nosotros, a pesar de que no sea aquello que habíamos imaginado. Y es que, ahí va otro, "Las prisas no son buenas", nos impulsan a exigir, no razonar, ni ponernos en la posición del otro, que, para mas vuelta de tuerca, tal vez es la misma que la nuestra un tiempo atrás. Pero..."Quien la sigue la consigue" ya lo  he dicho mil veces, soy cabezota, y sin que sirva de precedente, intentaré ser paciente y confiar una vez en mi destino, que a veces en un poco guasón. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario