martes, 19 de noviembre de 2013

Noche de caza

Todo estaba preparado. Sábado noche, la mesa puesta, el lambrusco en el congelador... Solo faltaba que yo estuviese lista. Mi pelo estaba hecho, y el maquillaje en su punto, pero había preferido no vestirme hasta después de haber cocinado, por eso del olor a fritanga, no queda luego muy sexy para salir el "eau de churro".
Por fin, después de meses, habíamos conseguido juntarnos todas en mi casa, si, las 9! Una autentica locura, cenita, copas y ya... la fiesta era optativa, para las que tenían el domingo libre, o no se habían convertido en abuelitas seteras!
Suena el timbre. Ultima ojeadita al espejo...blusa blanca transparente y vinilos negros, acompañados de taconazo rojo a juego con mis labios. Todo en orden. Empiezan a llegar las invitadas.
Me encanta cuando te reúnes con tu gente, pero tu gente de verdad, a la que por mucho tiempo que pase, siempre tienes algo que contar como si os hubieseis visto el día anterior. No parábamos de reír con las anécdotas que nos habían pasado, ponernos intensas con las cosas más serias, y envidiosas de las que seguían avanzando en sus vidas. 
Estando allí, con mis amigas, viendo como evolucionábamos, me di cuenta de lo diferentes que pueden llegar a ser los ritmos de personas que han crecido juntas y prácticamente tienen la misma edad.
La una que se acababa de independizar, la otra que se acababa de comprar una casa con el novio, luego aquella que sigue estancada en su relación "no muy sana"... todas parecíamos estar en momentos tan diferentes...pero ahí estábamos, todas juntas, llorando de la risa porque una contaba su ultima peripecia sexual! Bueno...para que negarlo, se reían de mi y mi ausencia voluntaria de sexo.
Todas estaban asombradas de lo mucho que estaba durando mi castidad auto-infligida. Y, siendo sincera, yo también. No es que no me apeteciese acostarme con alguien, pero, después un verano en el que me había dado tiempo a liarme con todo lo que se me pusiera por delante (Siempre fuera de mi ciudad, por supuesto), empezar una pseudorelación sin definir, que me engañaran en dos ocasiones, y estar a punto de tener una recaída con mi ex...mi cuerpo y mi cabeza necesitaba desintoxicarse de hombres.
Ya llevaba tres meses de vida monjil, si tres, y mi cuerpo empezaba a solicitar ciertas atenciones, que por muy diestra que soy, no podía facilitarle de manera plena, así que, una vez más mis amigas me incitaron a acabar con mi voto.
En realidad, un poco de sexo sin implicaciones es lo que necesitaba. Un revolcón satisfactorio, salvaje y sin ningún tipo de sentimiento más allá de la lujuria. Pero claro, y esto lo entenderán aquellos que me lean y vivan en una ciudad pequeña, no es tan fácil hacer estas cosas cuando conoces a casi todo el mundo con el que te cruzas de fiesta, o sabes que conoce a alguien que te conoce... 
Pero bueno, si había un día para conseguir hacerlo, sin lugar a ninguna duda, era hoy...arropada por mis chicas, con el corriente sanguíneo rebosante de alcohol y un apetito de carne voraz!
Tengo una teoría, y es que cuando estamos predispuestas a soltarnos la melena, ellos lo huelen. No se si serán las hormonas, nuestra actitud, o las dos cosas, pero si una chica quiere salir a triunfar, suele tenerlo a su disposición. Otra cosa es el grado de exigencia que cada una tenga, que en mi caso, para lo que necesitaba esa noche, con que físicamente no me disgustase y tuvieran una conversación que me mantuviese entretenida 10 minutos sería suficiente.
Tuve suerte rápido, en el primer bar al que fuimos, al cuarto chupito, ya había un chico bastante mono dándome conversación. Mis amigas tuvieron claro lo que iba a pasar, en cuanto salió a relucir mi característico movimiento de hombros, coloquialmente conocido entre nosotras como "el pavo real", se dice del movimiento que hemos detectado que hago involuntariamente cuando un chico me gusta.
Pero era un día de chicas, eso implica, que no puedes irte con nadie hasta el final de la noche. Así que, siembras la semillita de las ganas, cambias de bar dejando caer, sutilmente, donde terminaras la fiesta y esperas encontrarlo allí. Pan comido.
Al final de la noche, cuando mis amigas se recogían yo ya tenía quien me llevase a casa... Es tan liberador el sexo con desconocidos. No hay compromiso, expectativas, nervios, miedos...solo ganas de disfrutar, por eso, si tu acompañante esta en el mismo punto que tú, suele cumplir con las necesidades, si no...mala suerte. Pero eso sí, hay ciertas cosas que hay que tener claras cuando estas en ese momento:
1. No te conoce, si quieres salir satisfecha, vas a tener que ayudarle.
2. Déjate llevar, no te conoce, no te va a juzgar y si lo hace...no tienes porque volverle a ver.
3. La finalidad es disfrutar carnalmente, no esperes abracitos y mimos al terminar.
4. Solo se permanece con el, una vez terminado, si va a haber segundo asalto, más puede resultar incómodo.
Por todo esto, suelo intentar que estos encuentros no sean en mi casa, es más fácil levantarte e irte que echar a alguien que parece querer quedarse. Pero en esta ocasión, cedí a las circunstancias y a mi calentón acabando en mi cama. Una vez más, la fortuna estaba de mi lado, cuando paramos de saciarnos el sol estaba mas que centradito en el cielo y, sin que yo dijese nada, el se levantó y se vistió. Un ultimo beso para celebrar la victoria, un vistacillo rápido a la conquista, para aplaudirte por la elección, y una puerta que se cierra a su espalda. Nada de palabras por cumplir, ninguna promesa falsa, ni siquiera un número de teléfono... 
Media vuelta y a dormir.

2 comentarios: