Mientras daba vueltas a un café que ya
no lo necesitaba, sentí la imperiosa necesidad de volver a leer la carta. Pero
me conozco lo suficiente para saber que eso solo provocaría que idealizara cada
letra, cada silaba, cada palabra y las cargara de un valor que no tenían. Esa
carta no cambiaba nada y en lo único que debía centrarme es en los momentos
reales que habíamos vivido y en que era lo único que nos podíamos ofrecer el
uno a otro.
Estaba enfadada, me sentía vulnerable
y lo único que quería era castigarle, con mi indiferencia y con mi absoluta
ignorancia a ese acto de cobardía y egoísmo que había hecho. Pero nunca he
valido para castigar a nadie, porque en el amor, cualquier tipo de amor, no hay
que castigar ni dañar. No he conseguido entender nunca a esas parejas en las
que uno rompe la relación, por el motivo que sea, y después descubren que ha
sido un error. Y el otro, a pesar de seguir profundamente enamorado decide
alargar la agonía poniéndole absurdas pruebas por medio para que demuestre su
valía. A ver…si sigues enamorado del otro ¿No será porque ya se lo ganó y a conciencia? Además,
es estúpido, también te estas castigando a ti manteniéndote alejado cuando lo único
que quieres es estar con el o ella. Pero nos empeñamos en que nos tienen que
demostrar que han cambiado, que no te van a volver a dañar, que esta vez va a
funcionar sin lugar a ninguna duda… DESPIERTA!! Nadie, por muchos castigos,
mucho tiempo de reconquista, muchas demostraciones y castidad absoluta, puede
asegurarte eso y lo único que esta haciendo es perder el tiempo. Perder tiempo
de disfrutar de sus besos, de su compañía y de vivir el amor.
Es como ese refrán o frase popular “Pan
para hoy, hambre para mañana” perfecto, hoy tengo pan. ¿Por qué tengo que dejar
de comer hoy, para supuestamente asegurar comer mañana, cuando no esta
asegurado? ¿Hago un acto de fe y sacrificio pasando hambre hoy, cuando puede
que mañana no pueda comer tampoco? Pues lo siento mucho, yo soy de las que si
tiene hoy, me lo como hoy, y con un poco de suerte mañana me buscaré la vida
para conseguirlo también. En el amor pasa lo mismo, ¿Por qué voy a dar mil
trecientas cincuenta y cinco vueltas a volver o no, a arriesgarme a vivir
juntos o no, o dar cualquier clase de paso que en la actualidad, si, AHORA, me
va a hacer feliz, pensando que mañana me puede hacer daño? Os informo de una
terrible realidad, las vueltas son originadas por un miedo irracional que te
impulsa a no realizar cambios en tu vida y a vivir con pies de plomo. Todas
esas indecisiones con que nos torturamos durante horas, días o semanas, o el tiempo
que dedicamos a buscar todas las cosas negativas que podrían pasarnos si damos
el paso y que esperamos a llegue una señal del universo que nos indique, sin ningún
margen de error, que es la decisión correcta y que no llegará nunca, no va a
evitar que se estropee o acabe. Las cosas hay que vivirlas, disfrutarlas,
saborearlas y si se acaban, ser felices con el mero hecho de saber que en un
momento determinado, te hicieron muy feliz.
Nuestra vida estará llena de relaciones
y situaciones que acabaran mal, pero si al recordar a alguien o algo, existe un
detalle que te inspira una sonrisa, un recuerdo que te hace feliz por un
segundo, eso habrá merecido la pena. Y es que son esas cosas buenas de las que
hay que llenar la vida, y la seguridad absoluta de una vida en la que no tomas
ninguna decisión arriesgada, no te las proporciona.
Y eso exactamente lo que me pasaba al
pensar en él.
Así fue cuando caí en la cuenta, que
ya le había castigado más de lo que nunca habría querido, y sin darme cuenta.
Durante semanas, que yo no sabía de la existencia de la carta, él había estado
hablando conmigo sin decir absolutamente nada. Había pensado que yo no estaba
capacitada para darle una respuesta tan sincera y exponerme como él lo había hecho
y lo respetó. Una vez más, consiguió sacarme una sonrisa.
Por unos minutos me debatí entre, ser
cobarde y aprovechar la marea creada y no pronunciarme sobre su declaración; o
bien, decirle lo que opinaba sobre lo que me había confesado. La primera opción
era fácil, como a mi gustaba, pero cruel. La segunda, simplemente no podía
hacerla, porque solo nos haría daño. Así que encontré una entremedia.
Un mensaje, claro, conciso y que
dejará claro que la había leído y que me había gustado, pero que era mejor
dejar el tema como estaba. “Gracias por ser así. Tan imperfecto para mi!! ;)”
Hola, Roxanne, muchas gracias por tu visita a mi nuevo blog, apenas empiezo por allí. Tengo uno más antiguo, y el segundo lo creé por el gusto de compartir mis sueños de escritura.
ResponderEliminarAquí me tienes, muy feliz de seguirte.
Besos.