lunes, 12 de noviembre de 2012

Absurdo castigo


Mientras daba vueltas a un café que ya no lo necesitaba, sentí la imperiosa necesidad de volver a leer la carta. Pero me conozco lo suficiente para saber que eso solo provocaría que idealizara cada letra, cada silaba, cada palabra y las cargara de un valor que no tenían. Esa carta no cambiaba nada y en lo único que debía centrarme es en los momentos reales que habíamos vivido y en que era lo único que nos podíamos ofrecer el uno a otro.
Estaba enfadada, me sentía vulnerable y lo único que quería era castigarle, con mi indiferencia y con mi absoluta ignorancia a ese acto de cobardía y egoísmo que había hecho. Pero nunca he valido para castigar a nadie, porque en el amor, cualquier tipo de amor, no hay que castigar ni dañar. No he conseguido entender nunca a esas parejas en las que uno rompe la relación, por el motivo que sea, y después descubren que ha sido un error. Y el otro, a pesar de seguir profundamente enamorado decide alargar la agonía poniéndole absurdas pruebas por medio para que demuestre su valía. A ver…si sigues enamorado del otro ¿No será  porque ya se lo ganó y a conciencia? Además, es estúpido, también te estas castigando a ti manteniéndote alejado cuando lo único que quieres es estar con el o ella. Pero nos empeñamos en que nos tienen que demostrar que han cambiado, que no te van a volver a dañar, que esta vez va a funcionar sin lugar a ninguna duda… DESPIERTA!! Nadie, por muchos castigos, mucho tiempo de reconquista, muchas demostraciones y castidad absoluta, puede asegurarte eso y lo único que esta haciendo es perder el tiempo. Perder tiempo de disfrutar de sus besos, de su compañía y de vivir el amor.
Es como ese refrán o frase popular “Pan para hoy, hambre para mañana” perfecto, hoy tengo pan. ¿Por qué tengo que dejar de comer hoy, para supuestamente asegurar comer mañana, cuando no esta asegurado? ¿Hago un acto de fe y sacrificio pasando hambre hoy, cuando puede que mañana no pueda comer tampoco? Pues lo siento mucho, yo soy de las que si tiene hoy, me lo como hoy, y con un poco de suerte mañana me buscaré la vida para conseguirlo también. En el amor pasa lo mismo, ¿Por qué voy a dar mil trecientas cincuenta y cinco vueltas a volver o no, a arriesgarme a vivir juntos o no, o dar cualquier clase de paso que en la actualidad, si, AHORA, me va a hacer feliz, pensando que mañana me puede hacer daño? Os informo de una terrible realidad, las vueltas son originadas por un miedo irracional que te impulsa a no realizar cambios en tu vida y a vivir con pies de plomo. Todas esas indecisiones con que nos torturamos durante horas, días o semanas, o el tiempo que dedicamos a buscar todas las cosas negativas que podrían pasarnos si damos el paso y que esperamos a llegue una señal del universo que nos indique, sin ningún margen de error, que es la decisión correcta y que no llegará nunca, no va a evitar que se estropee o acabe. Las cosas hay que vivirlas, disfrutarlas, saborearlas y si se acaban, ser felices con el mero hecho de saber que en un momento determinado, te hicieron muy feliz.
Nuestra vida estará llena de relaciones y situaciones que acabaran mal, pero si al recordar a alguien o algo, existe un detalle que te inspira una sonrisa, un recuerdo que te hace feliz por un segundo, eso habrá merecido la pena. Y es que son esas cosas buenas de las que hay que llenar la vida, y la seguridad absoluta de una vida en la que no tomas ninguna decisión arriesgada, no te las proporciona.
Y eso exactamente lo que me pasaba al pensar en él.
Así fue cuando caí en la cuenta, que ya le había castigado más de lo que nunca habría querido, y sin darme cuenta. Durante semanas, que yo no sabía de la existencia de la carta, él había estado hablando conmigo sin decir absolutamente nada. Había pensado que yo no estaba capacitada para darle una respuesta tan sincera y exponerme como él lo había hecho y lo respetó. Una vez más, consiguió sacarme una sonrisa.
Por unos minutos me debatí entre, ser cobarde y aprovechar la marea creada y no pronunciarme sobre su declaración; o bien, decirle lo que opinaba sobre lo que me había confesado. La primera opción era fácil, como a mi gustaba, pero cruel. La segunda, simplemente no podía hacerla, porque solo nos haría daño. Así que encontré una entremedia.
Un mensaje, claro, conciso y que dejará claro que la había leído y que me había gustado, pero que era mejor dejar el tema como estaba. “Gracias por ser así. Tan imperfecto para mi!! ;)”



1 comentario:

  1. Hola, Roxanne, muchas gracias por tu visita a mi nuevo blog, apenas empiezo por allí. Tengo uno más antiguo, y el segundo lo creé por el gusto de compartir mis sueños de escritura.

    Aquí me tienes, muy feliz de seguirte.

    Besos.

    ResponderEliminar